Por la democracia hacia la dictadura.
El expresidente y candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, ganó el domingo 23 de octubre la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil por un estrecho margen: el 50,9% de los votos, frente al 49,1% obtenido por el derechista Jair Bolsonaro.
Como ha recordado Hispanidad, Brasil, con más de 200 millones de habitantes, era el único gigante que le quedaba por conquistar al Nuevo Orden Mundial (NOM) en Iberoamérica, tras tomar el poder, con intención de no dejarlo nunca, en Colombia, Argentina, Chile, Perú o, el más peligroso de todos, México.
El NOM está empeñado en implantar políticas contrarias a la ley natural, como el aborto, la ideología de género, la no libertad de los padres en la educación de sus hijos, el estatismo frente a la propiedad privada, etc.
De hecho, Lula es partidario del aborto, práctica que defendió de esta manera tan contradictoria: «Yo, Lula, padre de cinco hijos, estoy en contra del aborto y siempre lo he estado. Ahora, yo, jefe de Estado, necesito tratar el asunto como salud pública. Personalmente, ese es mi pensamiento, pero ¿cómo voy a tratar esto como jefe de Estado?» «Muchas personas están en contra del aborto, pero corren a otros países para hacerlo en secreto, mientras las mujeres mueren en la calle. Corresponde al Estado darles a estas personas la capacidad de un tratamiento digno, ese es el papel del Estado».
El reproche que cabe hacerle a Lula es utilizar su mismo argumento, pero con la esclavitud. Sería algo así como si Lula dijera: “Personalmente estoy en contra de la esclavitud. Pero como presidente del país, no puedo prohibirla”. Algo que cae por su propio peso, ¿verdad, señor Da Silva?
Por otra parte, Lula también está a favor de las uniones civiles de homosexuales, tal y como defendió ya en el año 2008, con estas palabras: "Siempre he defendido el derecho a la unión civil de personas del mismo sexo. Creo que hace falta acabar con la hipocresía en este país", ha dicho el presidente de Brasil, el mayor país católico del mundo. "Hay hombres que viven con hombres y mujeres con mujeres y con frecuencia juntos viven bien, construyen una vida extraordinaria, es por lo que estoy a favor. Debemos acabar con los prejuicios", recogió El Mundo.