Es el presidente salvadoreño Nayib Bukele y no está hablando de seguridad en las calles, su gran éxito al frente del país. No, habla de economía y lo hace bastante bien.

Tampoco es un alegato capitalista (ahora conocido como neo-liberal) porque en ningún momento pone en solfa la necesidad de cobrar impuestos. Sólo recuerda que el Estado tiende a crecer, y lo grande siempre resulta ingobernable y acaba en abuso, en corrupción y en podredumbre.  

El ejemplo de quién construye la calle está bien traído. Eso sí, me gustaba más Chesterton cuando aseguraba que lo público, o lo privado, no son malos por ser públicos, sino por ser grandes: “¿Qué más me da que todas las tierras del consejo sean del Estado o pertenezcan al Duque de Sutherland? El caso es que no son mías. 

Sí, pero la locura de la política no tiene contrafreno. 

En cualquier caso, habrá que repetir que liberalismo y capitalismo no son lo mismo.