Como ha venido explicando Hispanidad, en Siria, yihadistas islámicos -o sea, terroristas y fanáticos vario-- han tomado el poder, terminando con el régimen de Bashar Al-Asad, que ha huido a Moscú. El Kremlin, por cierto, todavía no ha hablado de este asunto. 

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Los cristianos sirios, al menos, con el dictador Al-Asad disfrutaban de libertad para poder practicar su religión.

Pero con la llegada de los yihadistas -liderados por Mohamed al Jawlani, terrorista antiguamente vinculado a Estado Islámico y por cuya cabeza ofrecía Estados Unidos 10 millones de dólares, puede convertirse en el hombre fuerte de Siria tras la caída de Bashar al Assad- mucho nos tememos que esa libertad va a terminar y no sólo eso, sino que los creyentes en Cristo van a empezar a sufrir una salvaje persecución, que es lo que pasa allí donde toman el poder los yihadistas, sean estos del Estado Islámico o de Al Qaeda, porque lo mismo da que da lo mismo. 

Es la opinión, por ejemplo, de Juan Manuel de Prada o de Jaume Vives, quienes han advertido de que para los cristianos sirios llega «una época siniestra», recoge Religión en Libertad

Una opinión parecida, aunque expresada de manera más moderada, la tiene la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), que por boca de su presidenta ejecutiva, Regina Lynch, ha señalado: La caída del régimen de Assad y la toma de Damasco por parte de los rebeldes marcan un momento histórico. Si bien las minorías religiosas han sido respetadas en gran medida durante esta transición, nuestras experiencias pasadas nos recuerdan cómo las libertades religiosas pueden verse severamente restringidas en tiempos de inestabilidad en la región. Hacemos un llamamiento tanto a la comunidad internacional como a las nuevas autoridades de Siria para que garanticen la protección de los derechos fundamentales de todas las comunidades religiosas, garantizando su libertad de culto, educación y su derecho a vivir en paz".

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Por lo demás, la última hora en Siria pasa por el llamamiento de los islamistas que han tomado el poder a que los sirios que habían huido del país regresen para "contribuir en la construcción del futuro", cosa que no se sabe muy bien cómo recibirán los propios interesados. 

Además, EEUU bombardeó ayer domingo un total de 75 objetivos del Estado Islámico en Siria, por temor -dicen las informaciones- a que la caída de Bashar al Asad les ayude a reorganizarse.

Por su parte, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, aseguraba ayer que su país "apoya firmemente" una transición pacífica del poder a un gobierno sirio responsable, cosa difícil, insistimos, con unos yihadistas en el poder. 

Una opinión que el diplomático Gustavo de Arístegui parece respaldar, en La Razón: "Cada vez que se ha permitido que una organización terrorista tenga el control sobre un territorio el resultado ha sido catastrófico". 

Y por cierto, en toda esta crisis, emerge como hombre clave el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, según explica también La Razón.

Un Erdogan que ayer domingo declaraba, tras la caída de Bashar al Asad: "En este momento, solo quedan dos personas entre los líderes del mundo. Uno soy yo, el otro es (el presidente ruso) Vladimir Putin", durante un discurso. 

Y lo dice el presidente turco después de apoyar la rebelión en Siria y de declarar, recientemente: “Nuestro deseo es que este avance de la oposición en Siria continúe sin incidentes. Les recuerdo que hicimos un llamado a Assad. Le dije: 'Ven, reunámonos y determinemos juntos el futuro de Siria'. Desgraciadamente, Assad no respondió positivamente”.