La elección revocatoria del mandato de Boudin ha sido apoyada incluso por algunos cargos locales demócratas
Nuevamente, el epicentro del crimen sigue siendo las grandes ciudades del país gobernadas por los demócratas, como ha analizado Fox News. No solo destaca el aumento de los homicidios, sino también de las violaciones y agresiones sexuales, robos y asaltos. Así, en las ciudades de Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Filadelfia, Seattle, Boston, Baltimore y la capital Washington DC, se registran incrementos del crimen violento entre un 5% y un 40% de media, con respecto al mismo período del año 2021. En el caso de la ciudad más poblada del país, Nueva York, el aumento es incluso superior al 40%. Especialmente reveladora es la comparativa con respecto al año 2019, el ejercicio anterior al comienzo de las protestas instigadas por el movimiento marxista Black Lives Matter y el grupo anarquista Antifa. Así, en el año 2021, los asesinatos se incrementaron en un 5% con respecto al año 2020 y en un 44% con respecto al año 2019.
Uno de los epicentros de mayor violencia es Seattle, ciudad predilecta de los grupos radicales de extrema izquierda, donde en el año 2020, el movimiento anarquista Antifa autoproclamó la “Zona Autónoma de Capitol Hill” como un espacio libre de policía, con la connivencia de la entonces alcaldesa demócrata de la ciudad, Jenny Durkan. Las consecuencias de la tolerancia a los grupos radicales han sido demoledoras. En el presente ejercicio, los homicidios han aumentado en la ciudad un 54% con respecto al año 202, y los tiroteos un 82%.
Donde gobiernan los demócratas aumentan los homicidios y las violaciones
Otra de las grandes afectadas por la ola de crimen es la capital federal Washington DC, que también arroja en lo que va de año un deplorable aumento del 21% en el conjunto del crimen violento y un 4% en el número de homicidios con respecto al año pasado.
El origen de la ola de crimen y violencia que asola el país estuvo en las pasadas elecciones presidenciales de 2020, donde el movimiento marxista Black Lives Matter (BLM) y el grupo anarquista Antifa, ejercieron de guerrilla callejera contra el entonces presidente Donald Trump, aupados bajo el manto del candidato presidencial del Partido Demócrata, Joe Biden, y de su formación política, que impulsaron en el plano legislativo el movimiento ‘defund the police’, logrando que muchas de las principales ciudades del país con ejecutivo demócrata adoptaran medidas para eliminar la dotación y recursos de las fuerzas y cuerpos policiales.
El caso de San Francisco, capital del mundo tecnológico y epicentro del progresismo estadounidense, fue especialmente paradigmático, ya que fue una de las ciudades que apoyó con mayor entusiasmo las medidas de retirada de financiación de la policía. La alcaldesa de la ciudad, la demócrata London Breed, asumió las posturas de BLM y ordenó un recorte de 120 millones de euros en el presupuesto de los cuerpos de policía de la ciudad. Tiempo después, se vio obligada a dar marcha atrás ante la situación desoladora de criminalidad que vive la ciudad, y declaró el estado de emergencia. Pero el plan de la regidora de volver a reforzar a la policía de la ciudad fue cuestionado por sus propios compañeros de filas. Así, el Fiscal de Distrito de San Francisco, el también demócrata Chesa Boudin, exigió a su compañera de partido que anulara la dotación a la policía para combatir el crimen y el tráfico de drogas -uno de los males endémicos de la ciudad, particularmente en barrios céntricos del municipio como The Tenderloin-. En su lugar, Boudin exigió que invirtiera el dinero en “llegar a la raíz de las causas del crimen”, que el fiscal identifica con la pobreza.
Para el progresista, la culpa del crimen no es del criminal sino de la pobreza
Un lenguaje buenista que recordaba al de la propia Casa Blanca, donde la entonces secretaria de Prensa, Jen Psaki, al ser interpelada sobre la crisis de delincuencia y violencia que asola el país, negó que se tratara de grupos organizados y afirmó que “la raíz de los saqueos en las grandes ciudades está en la pandemia”.
Las funestas consecuencias de las políticas laxas progresistas contra el crimen se han cobrado su primera víctima política, el propio Fiscal de Distrito de San Francisco, Chesa Boudin, contra el cual se promovió un referéndum revocatorio de mandato, y esta semana han sido los propios votantes de San Francisco, los que han aprobado en la urnas por una mayoría de 60% a 40% su destitución.
Boudin es hijo de una pareja de miembros del grupo de extrema izquierda Weather Underground, que fueron encarcelados por su participación en un robo fallido en 1981 en Nueva York, que dejó como resultado dos policías y un guardia de seguridad muertos. En 2019, saltó al estrellato progresista cuando fue elegido Fiscal de Distrito de San Francisco, con una campaña basada en la eliminación de la exigencia de fianza para los criminales, la defensa de penas alternativas a la prisión, la lucha contra la “guerra racista contra las drogas”, la exigencia de rendición de cuentas a la policía y la negativa a cooperar con el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, para combatir a las mafias que promueven la inmigración ilegal. La Asociación de Oficiales de Policía de San Francisco y otros grupos de representación de las fuerzas y cuerpos policiales se opusieron a la elección del antisistema Boudin y el entonces Fiscal General de EEUU en la Administración Trump, William Barr, criticó abiertamente a Boudin y a otros fiscales de la misma cuerda ideológica señalando que su objetivo era socavar a la policía, dejar a los criminales libres de culpa y poner en peligro la seguridad ciudadana. Está claro que Barr no se equivocaba.
Todos somos blandos con la delincuencia... salvo cuando somos las víctimas
Lejos de reconocer posibles fallos, Boudin afirmó tras su derrota que “la gente de San Francisco está enfadada y frustrada. Quiero ser muy claro con respecto a lo ocurrido esta noche: Los millonarios de extrema derecha han gastado tres veces más que nosotros en esta campaña”. La afirmación de Boudin resulta esperpéntica, por cuanto San Francisco es de las ciudades más afines al Partido Demócrata en el país. Recordemos que, en 2020, Biden se llevó el 85,6% de los votos, por apenas un 12,4% que votó a Donald Trump.
La elección revocatoria del mandato de Boudin ha sido apoyada incluso por algunos cargos locales demócratas, que buscaban marcar su oposición a las políticas del representante del Ministerio Público contra la policía, que han llevado al caos a la ciudad y a la explosión del crimen violento.
Los progresistas de San Francisco empiezan a cansarse de la ola de crímenes
La destitución de Boudin no es una cuestión baladí, el cargo de Fiscal de Distrito tiene una gran proyección política, no olvidemos que precisamente el cargo de Fiscal de Distrito de San Francisco, que ostentaba Boudin, fue ocupado hace poco más de una década por la actual vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris.
Ni los progresistas de San Francisco pueden aguantar lo que ocurre en la ciudad. La destitución de Boudin envía una señal a los demócratas de cara a las elecciones de medio mandato de noviembre: los americanos están hartos de la inseguridad en las calles y de la impunidad de los criminales que han generado Biden y los demócratas.