Colombia, como toda Hispanoamérica, no es un país ajeno a los intentos del Nuevo Orden Mundial por implementar políticas contrarias a la ley natural, como la ideología de género, el aborto o la eutanasia.
Esta semana, la Cámara de Representantes colombiana rechazó el 17º intento de aprobar un proyecto de ley para reglamentar la eutanasia.
Cabe recordar que, en 1997, la Corte Constitucional colombiana -equivalente al Tribunal Constitucional español- emitió una sentencia avalando la eutanasia y desde entonces ha instado varias veces al legislativo colombiano a que aprueba una ley para regularla, según recuerda Aciprensa.
Pero con el de este miércoles 26 de marzo, ya suman 17 los proyectos de ley de eutanasia que han sido rechazados por el legislativo. Aunque, todo hay que decirlo, en este caso faltaron tan solo 4 votos para seguir adelante con el proyecto (se necesitaban 94, o sea, dos tercios de la cámara, por ser una ley estatutaria que afecta a un derecho fundamental y se consiguieron 90).
La plataforma colombiana ‘Unidos por la Vida’ agradeció a los diputados que no permitieron “la reglamentación de la eutanasia en nuestro país”, y se sumó a las peticiones “para que se apliquen e implementen los cuidados paliativos”.
La eutanasia y el suicidio asistido suponen traspasar la frontera ética de que la vida es sagrada y ni uno mismo y ni mucho menos un tercero puede disponer de ella. Esa frontera ética está en la conciencia de todas las personas del mundo. Y por eso es acorde con la ley natural, que establee que hay que respetar la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción a la muerte natural.
Y esa frontera ética debería estar reconocida por las leyes: como el ‘no’ a la pena de muerte, al asesinato o al homicidio. Es decir, es la misma razón por la que hay que oponerse también a la pena de muerte, al asesinato o al homicidio: no con un argumento religioso, sino meramente humano y racional.
En los países donde la eutanasia se ha legalizado está ocurriendo que se empieza permitiéndola sólo en casos excepcionales y por voluntad propia, pero se termina aplicándola sin restricciones, a cualquier persona e incluso en contra de su voluntad, y de manera especial a los más débiles y vulnerables: enfermos mentales, ancianos, discapacitados sobre todo intelectuales..., que no pueden defenderse ante la decisión de otros -el Estado, un médico, los jueces, los políticos, sus familiares- sobre sus vidas.
Se trata de un plano inclinado o pendiente deslizante muy difícil de parar que provoca que la vida no tenga ningún valor, especialmente la de los más débiles y vulnerables, y que sea a ellos a quienes se termine aplicando la eutanasia…, como ya se está viendo en España.