Este martes, ha dimitido el primer ministro portugués, António Costa, en lo que se puede considerar una dimisión muy ‘verde’. Y es que está relacionada con parte de la energía verde, que hasta ahora se veía como limpia... pero parece que no lo es tanto y más si hay tanto dinero en juego.

Se acusa al socialista portugués y amigo de Pedro Sánchez de presuntos delitos de prevaricación, corrupción activa y pasiva, y tráfico de influencias en negocios relacionados con el litio y el hidrógeno verde. Es decir, con los dos mantras ecológicos del momento que tanto gustan a Teresa Ribera.

“Fui hoy sorprendido de que ya se ha instaurado contra mí una causa criminal, obviamente estoy totalmente disponible para colaborar con la Justicia en todo lo que entienda necesario para apurar toda la verdad, sea de la materia que sea”, ha señalado Costa ante los medios de comunicación, tras haber sido incluido por la Procuraduría General de la República (Fiscalía) en una investigación que salpica a otros cargos del Gobierno luso. “Quiero decir, y miro a los ojos a los portugueses, que no me pesa en la conciencia la práctica de cualquier acto ilícito o ni siquiera acto censurable”, ha apuntado, pero considerando que debe dimitir porque “la dignidad de funciones de primer ministro” no es compatible con ninguna sospecha. Igualito que Sánchez. 

Sánchez y Costa

“Quiero decir, y miro a los ojos a los portugueses, que no me pesa en la conciencia la práctica de cualquier acto ilícito o ni siquiera acto censurable”, ha apuntado Costa, pero considerando que debe dimitir porque “la dignidad de funciones de primer ministro” no es compatible con ninguna sospecha

La dimisión de Costa se ha producido tras reunirse con el presidente de la República de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y también con la Procuradora General de la República, Lucília Gago. Esta última ha sido quien ha impulsado la citada investigación relacionada con las concesiones de explotación de litio en las minas de Romano y Barroso, situadas en los municipios de Montealegre y Boticas, respectivamente; así como con un proyecto de una central de energía con hidrógeno verde en Sines y con otro para la construcción de un centro de datos en dicha ciudad.

Hasta ahora, se han producido más de 40 registros (incluidos la residencia oficial de Costa y dos ministerios -el de Infraestructuras y el de Medio Ambiente) y hay cinco detenidos: el jefe de gabinete de Costa, Vítor Escária; el alcalde de Sines, el socialista Nuno Mascarenhas; dos administradores de la empresa Start Campus (entre ellos, su CEO, Afonso Salema); y la del empresario y amigo de Costa, Diogo Lacerda Machado, a quien el Gobierno encargó proyectos clave como la privatización de la aerolínea TAP, según el diario portugués Publico. Además, han sido declarados sospechosos (figura previa a la acusación): el ministro de Infraestructuras, João Galamba; el titular de Medio Ambiente, Duarte Cordeiro; y su antecesor, João Pedro Matos Fernandes; y el presidente del Consejo Directivo de la Agencia Portuguesa de Medio Ambiente, Nuno Lacasta.

Ahora Marcelo Rebelo de Sousa debe decidir si designa a otro socialista como primer ministro hasta el final de la legislatura o si disuelve la Asamblea, lo que supondría convocar elecciones anticipadas. Lo que parece claro es que la carrera política de Costa ha llegado a su fin: “Es una etapa de la vida que ha terminado

En su comunicado, la Fiscalía lusa ha revelado que Costa era objeto de una investigación autónoma por parte del Tribunal Supremo por su papel en el impulso de proyectos energéticos. En concreto, porque en las investigaciones “surgió, además, el conocimiento de la invocación por sospechosos del nombre y de la autoridad del primer ministro y de su intervención para desbloquear procedimientos”. Unas investigaciones que se remontan a finales de 2019, tras una denuncia anónima para resolver si se habían dado tratos de favor a empresas lusas (EDP, Galp y REN) en un proyecto de hidrógeno verde en Sines con aspiraciones para exportarlo a Países Bajos, y al que se sumó la investigación de dos concesiones para explotar litio.

Ahora el futuro político de Portugal está en manos de Rebelo de Sousa, que podría designar a otro candidato del partido socialista como primer ministro hasta el final de la legislatura en 2025 o bien disolver la Asamblea, lo que supondría una convocatoria de elecciones anticipadas. Lo que parece claro es que la carrera política de Costa ha terminado: “Es una etapa que está llegando a su fin. Fueron casi ocho años a los que me dediqué con todas mis energías”, ha señalado, añadiendo que “no voy a volver a presentar mi candidatura al cargo de primer ministro. Es una etapa de la vida que ha terminado”. Recuerden que Costa ocupaba dicho cargo desde 2015 y que fue elegido por tercera vez, con mayoría absoluta, el 30 de enero de 2022. En este tiempo, al contrario que su amigo Sánchez (por mucho que este venda que todo va como una moto), ha tenido una buena gestión, haciendo resurgir a la economía portuguesa, que normalmente iba peor que la española.

Y esto es bello e instructivo, por cuanto Costa ha pasado una legislatura gobernando con el Podemos portugués (Bloco) y, sin embargo, ha realizado una política económica mucho menos intervencionista y mucho más exitosa que la de Pedro Sánchez. Además, sin escándalos de corrupción mientras que a Pedro Sánchez simplemente ya no le importan los escándalos porque practica la impunidad más absoluta. No sólo eso: no ha sido una invetigación periodística la que ha llevado a la dimisión al premier portugués sino la propia policía y la propia fiscalía, que en Portugal no está a sus órdenes. 

Y ahora, ¿se imaginan ustedes a Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado, que más parece el abogado de Moncloa, permitiendo que se inicie una investigación sobre Pedro Sánchez sin fulminar al fiscal osado y sin informar al investigado para que se ponga a salvo cuanto antes? Pues eso. Además, no reconoce ningún delito, no ha dimitido por ser condenado sino por ser investigado. Igual que su amigo Sánchez... quien a lo mejor ahora deja de ser su amigo, porque al presidente del Gobierno español en funciones no le gusta tratar con perdedores.

¡Ah! y Costa ganó sus segundas elecciones, no como Sánchez, que las ha perdido aunque dice que las ha ganado. Es más pudo prescindir del Bloco.