"Hoy no es el final de nuestra historia", “Dije a principios de esta semana que, sin importar lo que pasara en Carolina del Sur, seguiría postulándome para presidenta... Soy una mujer de palabra”: con estas palabras Nikki Haley demostraba que continuaría con su desastrosa y bochornosa carrera en las primarias republicanas. 

Donald Trump arrasó, como estaba previsto, en la votación en Carolina del Sur, consiguiendo el 60% de los votos, frente a solo el 40% que obtuvo su rival, que cabe recordar fue Gobernadora del estado y nació y se crio en él. 

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Esto no supuso barrera para el expresidente, que consiguió su ventaja de 20 puntos sobre Haley, lo cual hace apuntar que saldrá victorioso también el 5 de marzo, día del Supermartes, cuando 15 estados celebran primarias republicanas a la vez. Pero Haley se aferra a la candidatura, sabiendo que si Trump resultara inhabilitado, ella se postularía como opción. 

Es más, su soberbia hace que insinúe que, pese a haber firmado un manifiesto donde se comprometía, podría no apoyar al candidato vencedor de las primarias, dejando la puerta abierta a una candidatura independiente o a apoyar al rival demócrata. 

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Mientras tanto el mundo entero da como candidato oficial a Trump, y las encuestas se realizan con la idea de un Trump contra Biden. Ante este escenario, sin duda, hay preocupación en las filas demócratas, porque el expresidente Trump se encuentra con una clara ventaja sobre Joe Biden a nivel general, y muy particularmente, porque el republicano supera al demócrata en la mayoría de los siete Estados clave. Además, los demócratas han comenzado a perder apoyo entre los afroamericanos y los hispanos. 

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De cumplirse estas encuestas, Trump recuperaría la Casa Blanca. Según el último sondeo de la web de análisis político y electoral, Decision Desk, que recoge electomanía, a día de hoy, Trump arrasaría en las elecciones presidenciales superando los 300 votos electorales y desbancando a Joe Biden.