Ciertamente el expresidente Donald Trump no tuvo su mejo noche en su cita contra Kamala Harris en el primer debate de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. Aunque está claro que algo hay que reconocerle a Trump, pese a no brillar, aguantó en un uno contra tres, puesto que no sólo se enfrentó a su rival demócrata, sino también a los moderadores de la cadena ABC.

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A pesar de ello, como indica el Wall Street Journal, que ha consultado a votantes indecisos tras el debate, la sensación general es que si bien Harris salió mejor parada del encuentro, no parece que el evento vaya a tener gran influencia en los votantes, y no resultará especialmente decisivo para inclinar la balanza en noviembre. No debemos olvidar que en sus tres campañas presidenciales, Trump siempre ha sido declarado perdedor por los medios de comunicación en todos los debates en los que ha participado, con la excepción del debate del pasado mes de junio contra el presidente y por aquel entonces aún candidato demócrata Joe Biden. Y en este caso, daba la impresión que los demócratas utilizaron el propio resultado del debate para apartar a Biden de la contienda.

Trump intentó centrar el tiro en las cuestiones que más pueden decidir las elecciones como es la situación económica, pero la escasa imparcialidad de los moderadores hizo que Kamala Harris se fuera del debate sin apenas responder sobre la nefasta situación que vive Estados Unidos ‘gracias’ a la Administración Biden-Harris en temas tan importantes como la economía o la inmigración. De hecho, uno de los lemas más repetidos por la campaña del republicano es “make America affordable again”, es decir, “hacer América asequible de nuevo”.

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La cuestión no es baladí, la desastrosa política económica de Joe Biden y Kamala Harris desde que llegaron a la Casa Blanca en 2021, se nota en el día a día de los ciudadanos. Tanto es así que el mensaje de Trump advirtiendo del declive económico y social de EEUU sí está calando entre los votantes de los Estados decisivos, especialmente entre los votantes de clase trabajadora. Muchos de ellos, antiguos demócratas.

Trump no puede permitir que Kamala Harris eluda su responsabilidad en la cuestión, dado que forma parte de la Administración que está consolidando el declive económico de la primera potencia mundial. La inflación se ha disparado haciendo inasumible el coste de vida para muchas familias y ciudadanos estadounidenses.

Se ha acentuado el problema de la vivienda, hasta el punto que los más jovenes encuentran imposible adquirir una casa, algo impensable en Estados Unidos hace muy pocos años.

La desconfianza e inseguridad acerca de la evolución del mercado laboral se ha disparado. La última encuesta del Banco de la Reserva Federal de Nueva York sobre las experiencias y expectativas de los consumidores en el mercado laboral mostró que la satisfacción laboral, salarial y de beneficios se hundió en julio. Además, la encuesta mostró que menos personas estaban empleadas, una proporción récord de personas buscaban empleo y que la probabilidad promedio de personas que esperar perderlo aumentó al 4,4%, la cifra más alta desde que se elabora el estudio.

Todos estos indicadores son el gran resumen de los cuatro años de Biden y Harris al mando de la Casa Blanca, ya se lo dijo el expresidente a la vicepresidenta, “¿por qué no ha hecho ya todo lo que promete que hará? Ha tenido tres años y medio”.