El gobernador de Florida, Ron DeSantis
En las elecciones de medio mandato del próximo mes de noviembre se renueva la totalidad del Congreso, un tercio del Senado y 36 de los 50 gobernadores estatales. Las elecciones de mitad de mandato constituyen un termómetro acerca de la salud electoral del presidente en ejercicio y, además, suponen un escaparate para analizar a los posibles candidatos presidenciables.
Por este motivo, las elecciones en el Estado de Florida se presentan como las más relevantes. Así, se presenta a la reelección el gobernador, Ron DeSantis, principal referencia del trumpismo a nivel institucional, y según los sondeos, el único candidato que las bases republicanas avalarían como candidato a la presidencia de Estados Unidos en 2024, en el caso de que Donald Trump no se presente. Y también se presenta a la reelección como senador federal, el también republicano Marco Rubio, otra de las grandes figuras del partido.
Florida siempre ha sido un Estado fundamental a efectos electorales, clave en las elecciones presidenciales, debido a la histórica igualdad de fuerzas entre republicanos y demócratas, que implicaba que las contiendas se decantaran a favor de unos u otros por estrecho margen. Sin embargo, desde la entrada en política de Donald Trump, que venció con claridad en Florida tanto en las presidenciales de 2016 como de 2020, el Estado soleado ha comenzado a consolidarse como el bastión conservador de resistencia frente al sectarismo progresista de la Administración Biden.
Gracias a las exitosas políticas conservadoras, Florida se ha convertido en uno de los principales motores económicos del país. Con una tasa de desempleo de apenas un 2,7%, también es el Estado al que se han mudado más personas que a cualquier otro lugar del país, superando los 21 millones de habitantes, convirtiéndose en el tercer Estado más poblado de EEUU, solo superado por California y Texas. Asumiendo los postulados trumpistas, el gobernador DeSantis ha centrado su acción de gobierno en una política basada en bajos impuestos, defensa de los valores cristianos en familia y vida, salvaguardia de la libertad religiosa y protección de la libertad educativa, haciendo frente al movimiento woke y la critical 'race theory'.
Florida siempre ha sido un Estado fundamental a efectos electorales, clave en las elecciones presidenciales, debido a la histórica igualdad de fuerzas entre republicanos y demócratas, que implicaba que las contiendas se decantaran a favor de unos u otros por estrecho margen
Esta semana, se han celebrado las primarias demócratas de Florida, con lo que tanto Ron DeSantis como Marco Rubio ya conocen a sus rivales, que serán los congresistas Charlie Crist y Val Demings.
Para confrontar a Ron DeSantis, que se ha convertido en uno de los objetivos a batir para la progresía mediática, los demócratas han reclutado a Charlie Crist, quien ya ostentó el cargo de gobernador de Florida entre 2007 y 2011, época en que pertenecía al Partido Republicano, si bien al sector progresista del mismo, que por aquel entonces llevaba la voz cantante en la formación. Ya entonces, Crist era ensalzado por la progresía como un republicano moderado y dialogante, e incluso estuvo en la terna como posible candidato a vicepresidente en las elecciones presidenciales de 2008, donde el candidato republicano fue el progresista senador por Arizona, John McCain, con el que mantenía una gran amistad, y que se convirtió en el peor candidato presidencial en la historia reciente del partido. Tras la elección de Barack Obama como presidente en 2008, Crist acentuó su perfil progresista, mostrando una sintonía política absoluta con el presidente demócrata. La desafección contra Crist comenzó a hacerse palpable en las filas republicanas. A pesar de ello, dado que el oficialismo republicano seguía siendo neoconservador, Crist se postuló como candidato republicano al senado federal por Florida en 2010, con apoyo de su partido. Lo que no esperaba el progresista Crist, era la irrupción del movimiento popular Tea Party que desbancó en las primarias republicanas de aquel año a gran parte de los candidatos históricos progresistas del establishment republicano y presentó candidatos que defendían el regreso a los valores tradicionales y cristianos del partido. Así, en las primarias republicanas, Marco Rubio, por aquel entonces un político estatal de Florida poco conocido, desafió al poderoso gobernador Crist. Con el apoyo del Tea Party, Rubio se impuso a Crist, que inclusó se retiró de las primarias republicanas antes de la votación y se presentó como candidato independiente. En los comicios generales, Marco Rubio se impuso a Crist y fue elegido senador federal por Florida.
Tras semejante debacle electoral, Crist anunció en 2012, que se cambiaba de bando y abandonaba el Partido Republicano y pasaba a formar parte de las filas demócratas. Como buen converso a la escuela progresista, Crist no solo siguió siendo progresista sino que se convirtió en uno de los líderes demócratas más sectarios del país y esa fidelidad perruna a sus nuevos valores, le valió ser candidato demócrata a gobernador de Florida en 2014. Nuevamente, Crist fue derrotado, en esta ocasión, por el entonces gobernador republicano del Estado y hoy senador federal por Florida, Rick Scott, el actual compañero de filas de Rubio en la Cámara Alta en representación del Estado de Florida.
Crist anunció en 2012, que se cambiaba de bando y abandonaba el Partido Republicano y pasaba a formar parte de las filas demócratas
En 2016, tras sus fallidas candidaturas a gobernador y senador por Florida, Crist buscó un objetivo más sencillo, y esta vez sí logro volver a la política institucional, siendo elegido como congresista federal por Florida, lo cual le ha permitido seguir en la esfera política, si bien en un puesto con menos solera.
Ahora ha sido elegido en las primarias demócratas de Florida, como el rival para enfrentarse al gobernador Ron DeSantis en las elecciones de noviembre. Se trata de la última oportunidad para Crist de regresar a la primera línea de relevancia política, dado que de salir nuevamente derrotado, difícilmente podría recomponerse después de dos elecciones a gobernador y una a senador federal fallidas.
Crist ha demostrado su radicalismo insultando al gobernador DeSantis y sus simpatizantes, calificándolos como personas llenas de odio con el siguiente tenor: “Aquellos que apoyan al gobernador DeSantis deberían quedarse con él y votar por él. No quiero su voto. Si tienen ese odio en su corazón, guárdelo”.
Por su parte, Marco Rubio, senador federal por Florida, se presenta a su tercera reelección para la Cámara Alta, donde sirve desde el año 2011. Fue candidato en las primarias presidenciales republicanas de 2016, donde fue elegido como candidato Donald Trump. Durante la presidencia de Trump, fue uno de los aliados más cercanos del presidente y el principal ideólogo del cambio de la política del país hacia Hispanoamérica, centrándose en la confrontación de los regímenes bolivarianos de extrema izquierda, siendo señalado como enemigo a batir por Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Evo Morales o los hermanos Castro, y poniendo fin al blanqueamiento de estas tiranías que desarrollara Barack Obama durante su presidencia. Si bien en los últimos tiempos, Marco Rubio ha perdido cierta proyección presidenciable, su gran relevancia en el mundo hispano y en política exterior, hacen que su nombre suene como posible secretario de Estado, en una futura Administración republicana.
En el caso de Marco Rubio, su rival en noviembre será la congresista federal demócrata por Florida Val Demings. Demings es un caso de contradicción todavía más insólito que Charlie Crist, ya que con anterioridad a asumir su actual puesto en la Cámara Baja, fue jefa del Departamento de Policía de Orlando. Sin embargo, desde su entrada en política se ha venido asociando al sector antisistema del partido, y como ha recordado un vídeo de campaña de Marco Rubio, Demings llegó a calificar episodios de disturbios en las calles y ataques contra simpatizantes de Donald Trump como “hermosas imágenes”.
En noviembre, una victoria masiva republicana en Florida allanará el camino de los republicanos para recuperar la Casa Blanca en 2024.