Lo de las consignas de la TV pública española, marioneta del Régimen sanchista, empieza a resultar ligeramente cachondeable. Hasta que el avión oficial de don Pedro Sánchez aterrizó en Vietnam, la consigna consistía en repetir que este viaje (objetivo China) ya estaba previsto desde hacía meses. Sin embargo, miren por dónde, de repente, Sánchez pasa a ser, en los telediarios y en el Canal 24 horas, el buscador de nuevos mercados ante la guerra comercial desatada por Trump, el espejo de la multelateralidad, el gran amigo de Xi Jinping, nuestro nuevo héroe que lucha contra el pérfido Donald Trump, que está llevando el mundo al caos y, en pocas palabras, el líder europeo que se enfrenta directamente a la Casa Blanca.
El histrionismo de RTVE es imitado, incluso a veces ampliado, por la tele de derechas, que en España sólo hay la mitad de una: Antena 3 TV y digo la mitad porque la otra mitad es La Sexta, parte del mismo grupo Atresmedia, propiedad de Planeta.
¿En qué quedamos? ¿El viaje estaba previsto desde hace meses y, por tanto, nada tiene que ver con la guerra comercial o por el contrario nos encontramos ante una preparadísima campaña de Moncloa por la multilateralidad, liderada, como diría Pilar Alegría (la alegre Pili) por un emergente líder mundial, de nombre Pedro?
Y siempre que hablemos de China en España, no olvidemos al gran comisionista del Sanchismo, que es Rodríguez Zapatero, siempre a las órdenes de Huawei o Xiaomi... bueno, que pagan bien, y también del chavismo venezolano de Maduro y del islamismo turco de Erdogan, que para todo tiene tiempo ZP
Miércoles 9. Donald Trump vuelve a burlarse de propios y extraños y declara una prorroga en la imposición de aranceles, por 90 días pero, atención, mantiene y aumenta las barreras comerciales a China: ¡menos mal!
Otra vez, el jugador de mus que es Donald Trump, ha vuelto a burlarse de sus críticos con su táctica habitual: ahora me das cinco y yo quiero que me des 10: empezaré pidiéndote 100 hasta que me des los 10 que quiero.
Insistimos: la llamada guerra comercial no es para tanto y, además, no todo es malo en ella. Veamos si hemos aprendido algo en esta semanas:
Si Trump te impone aranceles imponle tú los mismos a él. Y si la bolsa se cae déjale que caiga, ya se levantará. En la primera embestida perderán los rentistas, no los empresarios, ni los profesionales, ni los trabajadores. Además, el regreso, que siempre será parcial, a cierta autarquía, fortalecedora de la propia industria, nunca viene mal... como no viene mal pararle los pies, al menos un poquito, al lamentable librecambismo asimétrico que vivimos, lo que ha hecho que la mayor tiranía del mundo, la China comunista y capitalista, a un tiempo, se haya convertido en la peligrosa y venenosa primera potencia económica mundial.
El problema no está en Trump, sino en Xi Jinping y sus lamentables tontos útiles, entre los que destaca el ególatra de Pedro Sánchez que con tal de estar en el centro de las cámaras es muy capaz de subirse al podio del mismísimo Satán.
Trump no pasará a la historia por "la guerra comercial" sino por terminar con la venenosa marea woke. Su éxito podrá ser económico o no, pero sobre todo, ya es religioso, social y antropológico: ha devuelto a Cristo a la esfera pública. Ya sólo le falta ser un poco menos grosero
Con su viaje a China, España ha fichado por los BRICS, ya saben, la nueva internacional del neocomunismo reconvertido, más o menos, en progresismo: Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica, al que ahora se suman gente tan poco recomendable como Venezuela, Colombia o México. Lo dicho: neocomunismo progre y cristófobo, sobre todo cristianófobo.
En este escenario, Xi Jinping utiliza al pelele de Sánchez, siempre sensible al halago, como caballo de Troya en Europa. Mientras, Trump empieza mostrar su verdadero objetivo en la llamada guerra comercial: China, a la que ha impuesto aranceles prohibitivos, la única manera de defenderse de una tiranía, chapucera y explotadora, que está colonizando el mundo y consiguiendo lo que nunca consiguió la Internacional comunista: imponer el más repugnante y tiránico materialismo.
Pero lo importante -y difícil- para Donald Trump no es la guerra comercial, donde está venciendo por goleada frente a la degradada Europa. No, lo relevante en la tarea de Trump es devolver a Vladimir Putin al Occidente del que nunca debió salir. Y en eso está avanzando menos: la paz en Ucrania sigue estando lejana y el ataque de Putin a Europa se hace cada día más probable.
Y siempre que hablemos de China en España, no olvidemos al gran comisionista del Sanchismo, que es Rodríguez Zapatero, siempre a las órdenes de Huawei o Xiaomi... bueno, y también del chavismo venezolano de Maduro y del islamismo turco de Erdogan, que para todo tiene tiempo ZP. El ex presidente del Gobierno y el actual presidente del Gobierno español se han convertido en dos vendepatrias: venden a España para conservar su poder y su dinero.
Para entendernos: Trump no pasará a la historia por "la guerra comercial", sino por terminar con la venenosa marea woke. Su éxito podrá ser económico o no, pero sobre todo, ya es religioso, social y antropológico: ha devuelto a Cristo a la esfera pública, está recuperando la civilización cristiana de Occidente.
Ya sólo le falta ser un poco menos grosero. Porque, don Donald lo de "me están besando el culo", sobraba.
Y ojo, todo lo anterior aviva los deseos de muchos poderosos y muchos desinformados en acabar con Trump. Sí, hablo, vuelvo a hablar, del magnicidio del actual presidente de los Estados Unidos.
En el entretanto, España ficha por los BRICS... ¡mira que somos tontos!