Bruselas denuncia a Musk por intromisiones políticas, pero no dijo nada cuando Dorsey (Twitter) censuró al gobierno húngaro
La Comisión Europea le ha exigido a Elon Musk que X (antigua Twitter) sea neutral en las próximas elecciones alemanas que se celebrarán en febrero. Al parecer, el algoritmo de la red social no trata a todos los candidatos por igual y premia al partido de extrema derecha AfD.
No sólo eso, en Bruselas y, particularmente en Reino Unido, se rasgan las vestiduras porque Musk ha cargado duramente contra el primer ministro británico, Keir Starmer, por su papel al frente de la Fiscalía de la Corona cuando estalló el escándalo de las bandas de captación sexual. Musk ha pedido la dimisión de Starmer como primer ministro. Por cierto, el líder laborista ya estaba hundido en las encuestas antes de los mensajes de Musk.
Pero no vamos a entrar en este caso concreto porque nos llevaría demasiado tiempo y, además, no es el objeto de este artículo, que no es otro que la doble vara de medir de Bruselas y la desvergüenza con la que la izquierda progresista hace y dice lo que le viene en gana sin admitir crítica alguna. Y el que ose plantarle cara es un ultra al que hay que neutralizar descalificándole y acusándole de poner en peligro la democracia.
Eso es lo que ha dicho Emmanuel Macron de Musk, que apoyando al AfD alemán está poniendo en peligro la democracia. ¿Acaso los electores de Turingia, región donde ganó AfD en septiembre, son antidemocráticos por votar a la ultra derecha?
Lo que les molesta no es la influencia de las redes, sino que esa influencia no trabaje para su causa.
— Borja Montoro Cavero (@borja_montoro_c) January 6, 2025
En menos de tres años, habrán desaparecido todos ellos https://t.co/AqNWvinY0C
Bruselas acusa a Musk de intromisión política -a Musk se le puede acusar de cuestiones mucho más graves, como apoyar el aborto-, pero no dijo nada cuando Twitter, entonces en manos de Jack Dorsey -un progre de los nuestros- canceló la cuenta oficial del gobierno húngaro de Viktor Orban -un ultra peligroso-, en 2020. ¿Acaso no fue aquello una intromisión, todavía mayor, en la política de un país europeo?