Comenzamos esta crónica semanal sobre Hispanoamérica, la región compuesta por países hermanados en la Hispanidad (que tienen en común su fe cristiana, su cultura y su lengua y cuya patrona es la Virgen del Pilar), en Filipinas que, como se sabe, es también un país hispano.
Los obispos filipinos han convocado para el domingo 27 de abril, fiesta de la Divina Misericordia, iniciada por Juan Pablo II para el domingo después de Resurrección, un acto de consagración de la nación. precisamente a la Divina Misericordia, informa Fides.
El solemne acto de consagración será repetido en todas las misas celebradas ese domingo en todo el país y en él se invocará a Jesús que tenga misericordia ante todos los pecados cometidos, como las guerras, los atentados contra la verdad, la justicia y la fraternidad, así como por los abusos contra la dignidad humana, la vida y la familia.

Así lo ha explicado el cardenal Pablo Virgilio David, presidente de la Conferencia Episcopal filipina: “La consagración nacional será una profunda expresión de nuestra confianza en la Divina Misericordia, que sigue siendo nuestro último refugio en estos tiempos de incertidumbre y prueba”. “Nos encomendamos a nosotros mismos, a nuestra Iglesia y a nuestra nación a la infinita misericordia de Dios, seguros de que en ella encontraremos la curación, la renovación y la esperanza que tan profundamente necesitamos”.
La oración de consagración dice así: “Jesús, con plena fe y confianza en tu ilimitado océano de amor, nos ponemos bajo la protección de tu cuidado misericordioso”. “Nos unimos a tu ofrecimiento perfecto, con el Espíritu Santo, al Padre, para que seamos completamente transformados en tu misericordia. Ten piedad de nosotros por las guerras entre las naciones y los terrores con que nos atormentamos unos a otros. Ten piedad de nosotros por el pecado generalizado contra la verdad y los horribles pecados contra la justicia y la fraternidad humana. Ten piedad de nosotros por la blasfemia a la que es sometida Tu Divina Misericordia y el abominable engaño a los débiles y a los pobres. Ten piedad de nosotros por los abusos contra la dignidad humana, el pecado contra la vida, el amor y la familia”.
Cabe recordar que el Domingo de la Divina Misericordia fue creado en el año 2000 por el Papa San Juan Pablo II, en la misma etapa de la canonización de Faustina Kowalska, la santa polaca cuyas revelaciones inspiraron esta devoción, en la misma teología de la infancia espiritual y del Sagrado Corazón de Jesús. Se celebra desde entonces el segundo domingo de Pascua y su naturaleza se resume en las cautro palabas de Santa Faustina Kowalska: Jesús, en Vos confío.