La formación del Colegio de Comisarios salido de las elecciones del 9 de junio empieza a resultar ligeramente cachondeable. Primero, porque no hay quien entienda el contenido de cada cartera ni el papel de los comisarios que, según los franceses, son los que mandan pero, según Teresa Ribera, vicepresidenta, ella coordinara todo lo que sea política verde y Competencia, de lo cual dependen, naturalmente pequeñas cuestiones como la energía o el coche eléctrico.

Lo que es seguro, es que aunque doña Teresa sea responsable de una cartera titulada nada menos que de Competencia y Transición Limpia (lo de limpia resulta muy evocador), Justa y Competitiva, sólo ha conseguido el cargo tras una especie de Jura de Santa Gadea: ha prometido no incordiar, como hizo en España, con su obsesión por cerrar las centrales nucleares

Francia interpuso esa condición para aceptar el nombramiento de Ribera y, cuando lo consiguió, otorgó el visto bueno. Y es que los franceses se preocupan más de la economía que de la ecología y Francia no sólo quiere mantener sino, al revés, aumentar la energía nuclear en toda Europa... y cada vez hay más países que se apuntan a ello como única posibilidad de soberanía energética

El nombramiento de Ribera como vicepresidenta, aún pendiente ahora de su aprobación en el Europarlamento, dependía del veto francés, gobierno que quiere impulsar, y no es el único, la energía nuclear

No olvidamos que Ribera, impasible en el error, se va de España y mantiene el calendario de cierre de reactores nucleares, a pesar de que los expertos le aseguran que sin nucleares hay serio riesgo de apagones. 

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En cualquier caso, la reacción de Ribera, que ahora tiene que contentar a quienes le consideran más activista que experta en energía, ha sido echar balones fuera. 

Para compensar, doña Teresa asegura que se mantendrá el calendario de implantación forzosa del coche eléctrico. ¿A que no?

Sus primeras declaraciones, por ejemplo, al rebufo de la exigencia nuclear es que cada país puede presentar el mix energético que desee. Al mismo tiempo, habla de pensamiento paneuropeo y de que los campeones nacionales deben ser sustituidos por campeones europeos, una contradicción tan flagrante que sólo doña Teresa y alguno más puede casar.

Pero el principio es el mismo: Teresa, campeona, la energía nuclear no se toca.