Nada es suficiente para Von der Leyen, la Comisión y el resto de medios progres, que presentan al “ultraconservador” gobierno húngaro como una fiera salvaje que busca perseguir a la comunidad LGTBI
Viernes por la tarde, o lo que es lo mismo, con nocturnidad y alevosía, la Comisión Europea lleva a Hungría ante los tribunales por discriminación del colectivo LGTBIQ, “a raíz de una ley húngara que discrimina a las personas por su orientación sexual e identidad de género”. “La Comisión considera que la ley viola las normas del mercado interior, los derechos fundamentales de las personas (en particular, las personas LGBTIQ) y, en relación con esos derechos fundamentales, los valores de la UE. La ley húngara, en particular, destaca y se dirige al contenido que 'promueve o retrata' lo que denomina 'divergencia de la propia identidad correspondiente al sexo al nacer, el cambio de sexo o la homosexualidad' para personas menores de 18 años”.
Esta es la continuación del proceso que ya empezó hace un año Bruselas para intentar implantar el pensamiento único, perdón, quería decir valores europeos, en Hungría y a los húngaros. La Comisión abrió un proceso para bloquear los fondos comunitarios que deberían llegar a Hungría, justificándolo en las dudas de Bruselas en materia de Estado de Derecho. Es más, los fondes Next Generation siguen bloqueados y sin llegar al país. Según Bruselas, "las autoridades húngaras no han respondido de forma suficiente a las preocupaciones de la Comisión en relación con la igualdad y la protección de los derechos fundamentales, y no ha adoptado ningún compromiso para corregir la incompatibilidad", y por tanto han continuado el proceso con una denuncia ante el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE). Además, ha iniciado el procedimiento para congelarles también las ayudas regionales y agrícolas.
Orban no hace otra cosa que defender la misma doctrina del Catecismo cristiano, y lo único que pretende es salvaguardar el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas
Parece que la Comisión, obvia, omite y olvida que hace pocos meses los húngaros ya hablaron y decidieron que el primer ministro, Viktor Orban, siguiera estando al frente del país, de hecho, sumó el 53% de los votos, más que en los comicios de 2018, y logró el control de 135 escaños en una cámara de 199 diputados. Hungría votó a favor de tener un primer ministro que defiende la identidad y la seguridad de los húngaros, apuesta por la familia y la vida, y se opone al consenso progre de las élites de Bruselas.
Pero es que, además, en ese mismo domingo electoral, los húngaros fueron consultados en referéndum por la ley de protección infantil de Orban, Pues bien: más del 90% votaron oponiéndose al adoctrinamiento en ideología de género a sus hijos en las escuelas, como ya contamos en Hispanidad.
No han respondido de manera suficiente y no han adoptado ningún compromiso, eso o que Bruselas se niega a aceptar la decisión del pueblo soberano y libre de Hungría, que no puede decir más claro que los dejen en paz, que ellos ya han tomado una decisión. Es decir, no es que Hungría no haya respondido, es que no ha respondido en la manera que Ursula y sus colegas quieren.
Pero nada es suficiente para Von der Leyen, la Comisión y el resto de medios progres, que presentan al “ultraconservador” gobierno húngaro como una fiera salvaje que busca perseguir a la comunidad LGTBI, cuando Orban no hace otra cosa que defender la misma doctrina del Catecismo cristiano, y lo único que pretende es salvaguardar el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas.