Cuando Pedro Sánchez Pérez-Castejón, presidente de turno de la Unión Europea, no sabe qué decir, se eleva. Ante el ataque terrorista -sí, terrorista, porque muchos musulmanes se siguen escondiendo detrás de sus mujeres y niños para matar- el presidente en funciones del Gobierno español ha dicho que la solución está en los dos Estados: uno israelí y otro palestino.

Pues tampoco, no basta. Es cierto que lo de los dos Estados casi se ha convertido en una tautología, pero, además, resulta insuficiente. En Tierra Santa se necesitan dos Estados y, atención, una Jerusalén, abierta a las tres religiones: judaísmo, cristianismo e islam. Cuando se asegura que esta no es una guerra de religión dan ganas de responder que todas las guerras son guerras de religión. Pero, en cualquier caso, en la ecuación musulmanes frente a hebreos, siempre se olvidan que los más perjudicados son los que no disponen de armas y han renunciado a la violencia: los cristianos, cuya presencia en Jerusalén y en Tierra santa -que así se llama porque allí se produjo la resurrección de Cristo- no ha dejado de caer. Simplemente, en Tierra Santa imperan los israelíes, matan los palestinos... y los cristianos sufren lo peor de ambos bandos.

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Por tanto, no se precisan sólo dos Estados sino una ciudad abierta, si lo prefieren bajo control internacional y dividida, no en dos partes, sino en tres.

No sé quién lanzó la bomba sobre el hospital de Gaza. La primera víctima de la guerra es la verdad. Ahora bien, sí que pueden extraerse algunas conclusiones inequívocas sobre el nuevo conflicto árabe-israelí. Por ejemplo, Hamas ha demostrado que Europa no pinta nada en el mundo porque es rehén de la inmigración musulmana. Rehén político, amenazado por cualquier fanático mahometano que le dé por apuñalar a un europeo al grito de "Alá es grande".

El terrorismo se diferencia de la guerra en qué en ésta se da la cara frente al adversario, en el primero golpeas a traición y luego te escondes detrás de la sociedad civil, detrás de tu propia familia, convertida en activista por la causa y en cómplices forzosos de homicidio.

No, en esta guerra Europa no pinta nada salvo como rehén del terrorismo islámico... tal y como estamos viviendo.

Estados Unidos tampoco pinta mucho, dirigido como está por anciano senil, cuya capacidad mental está disminuida pero su soberbia no se ha reducido un ápice.

Además, mucho cuidado con Irán. Su entrada en guerra provocaría dos procesos: Israel iría a una guerra total por su supervivencia y Occidente debería ayudarle, no con el mero suministro de armas sino entrando directamente en acción. Dada la situación con Pekín y Moscú, eso se parecería mucho a una guerra global.

Segundo, si el tercer templo israelita se ve en peligro, es muy posible que al igual que Putin en Ucrania, Benjamín Netanyahu se sienta forzado a emplear su arsenal nuclear táctico. Ya saben, esas bombas atómica presuntamente limitadas en su alcance. Ahora bien, tras Hirosima y Nagasaki el armamento nuclear nunca se ha vuelto a utilizar en el mundo. Cuidado.