A escasos días de las elecciones de mitad de mandato, donde se renueva la totalidad del Congreso, una tercera parte del Senado y 36 de los 50 ejecutivos estatales, la histeria crece en las filas demócratas ante el cataclismo electoral que auguran los sondeos para la formación progresista, que podría perder no solo el control del Congreso y el Senado, sino también gran parte del poder a nivel estatal. Perder ambas Cámaras sería la peor noticia para el ya muy debilitado presidente Biden, por cuanto supondría quedar atado de pies y manos durante los dos años de mandato que le restan hasta las presidenciales de 2024.

Y no es para menos, en la Cámara de Representantes, según los sondeos los republicanos recuperarán el control de la misma y además de forma holgada, dado que aún con 33 escaños muy disputados, los republicanos tendrían prácticamente asegurados 228 congresistas (diez por encima de la mayoría absoluta fijada en 218) por apenas 174 de los demócratas. De perder el control de la Cámara, sería con casi total seguridad el final de la carrera política de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, quien a sus 82 años difícilmente podría seguir conservando el liderazgo demócrata en la Cámara Baja.

De perder el control de la Cámara Baja, sería con casi total seguridad el final de la carrera política de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, de 82 años

En el Senado, donde se libra la batalla más ajustada, también los demócratas podrían perder el control de la Cámara, y los republicanos estarían en condiciones de hacerse incluso con 54 escaños, frente a 46 de los progresistas. Una mayoría suficiente para bloquear la agenda legislativa del presidente Biden y para fortalecer al trumpismo, dado que, como contamos en Hispanidad, la práctica totalidad de los candidatos republicanos en las carreras más decisivas que decidirán el control del Senado -como son las de Ohio, Pensilvania, Georgia, Arizona, Carolina del Norte, Nevada, Nueva Hampshire o Wisconsinson candidatos avalados por el expresidente Trump y ajenos al cada día más decadente establishment histórico republicano.

Tampoco a nivel estatal las noticias son buenas para los demócratas, dado que según las encuestas, los republicanos podrían incrementar su poder y hacerse con 31 de los 50 gobiernos estatales.

Los demócratas no solo están a punto de perder elecciones en los Estados clave, sino que incluso están teniendo grandes problemas para mantener la mayoría en algunos de los Estados más progresistas del país, como es el caso de Nueva York o Nuevo México. En el caso de Nueva York, epicentro del progresismo del país, donde los demócratas ganan holgadamente por elevados márgenes, contra todo pronóstico la gobernadora demócrata del Estado Kathy Hochul está teniendo problemas para mantener la ventaja sobre el candidato republicano, el congresista Lee Zeldin. La demócrata se está viendo afectada, al igual que muchos otros candidatos progresistas por la desafección del electorado ante la gestión de los demócratas de la violenta ola de criminalidad que asola el país, agravada precisamente por las medidas adoptadas por el sector antisistema del partido de apoyar la eliminación de la financiación de la policía.

Los demócratas también podrían perder el control del Senado y no solo están a punto de perder elecciones en los Estados clave, sino que incluso están teniendo grandes problemas para mantener la mayoría en algunos de los más progresistas, como Nueva York o Nuevo México

Ante tal sombrío panorama, se ha desatado la histeria en las filas demócratas, que han elevado la virulencia verbal contra la oposición republicana. La exsecretaria de Estado y fallida candidata presidencial demócrata en 2016, Hillary Clinton ha acusado de violencia y racismo a los republicanos señalando así: “Siempre ha existido violencia y racismo en Estados Unidos, ahora estamos viendo que los republicanos lo adoptan”.

El presidente Biden ha ido más allá y ha afirmado que aquellas personas que continúan cuestionando el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 son los responsables del ataque violento contra Paul Pelosi, el esposo de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Una vez más, el inquilino del Despacho Oval vuelve a alentar el conflicto civil, estigmatizando y promoviendo el ataque directo contra las bases y líderes de la oposición republicana.

Precisamente, las palabras de Biden han sido condenadas por el candidato republicano al senado por Ohio, J.D. Vance, quien ha mandado un recado al presidente ante su intento de vincular a los republicanos con la violencia y ha señalado que “el ataque de Pelosi no es un reflejo de los republicanos, es un reflejo de que permitimos que haya demasiadas personas violentas en nuestro país”.

No cabe duda que el líder demócrata más preocupado por lo que pueda ocurrir el próximo martes es el propio Biden, quien en sus cada vez más escasos momentos de lucidez, asume que, en caso de confirmarse la debacle electoral de su partido, se le atribuirá la exclusiva responsabilidad por ello y dará argumentos a quienes dentro del elenco progresista le quieren aplicar una operación renove de la cara a las presidenciales de 2024.