
Se llama Amichai Chikli y es ministro de Jerusalén y de la Diáspora, en el gobierno israelí. Acaba de soltar que Occidente ha perdido su brújula moral -diría que anda en verdad, en este punto- y que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y al presidente español, Pedro Sánchez, representan el colapso moral de Occidente, en tanto que amigos de islamistas fanáticos y, ya de paso, ha concluido que no siente más que desprecio hacia ellos.
Horas antes, Sánchez había empleado la tribuna del congreso de los diputados para tildar a Netanyahu de ultra, nada menos que amigo de Santiago Abascal.
Convendría retomar las correctas relaciones de España con Israel, por dos razones:
1.Porque es de justicia: el país con el pasado más católico de Europa, no puede olvidarse que los judíos son nuestros hermanos mayores en la fe.
2. Por una cuestión mucho más prosaica pero más urgente que importante: las espléndidas relaciones de Israel y Marruecos, que han contaminado a Estados Unidos, desde que Rabat reconoció al Estado de Israel.
En el momento presente, el principal enemigo de España es Marruecos, con una sátrapa como Mohamed VI amenazando a Ceuta y Melilla.