A los 100 años de edad ha muerto el presidente norteamericano Jimmy Carter. Hace apenas tres meses el Centro Carter por él fundado se convirtió en punto de referencia internacional, tras las elecciones venezolanas del pasado 28 de julio. En primer lugar, porque el centro denunció las irregularidades de Nicolás Maduro en los comicios. En segundo lugar, más definitivo, los chicos del expresidente dieron como ganador a Edmundo González, algo, que ahora mismo, ni tan siquiera ha hecho el Gobierno español de Pedro Sánchez, a pesar de haberle acogido en le exilio, no se sabe si para ayudarle a ser presidente o para ayudar a Maduro a librarse de él.

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Y eso que quedan 12 días para que se constituya la nueva presidencia en Caracas, con un ganador exiliado y con un alma mater de la oposición, María Corina Machado, escondiéndose para que la policía venezolana de Maduro no le detenga.

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En la hora de su muerte la imagen del demócrata Carter, por tanto, crece gracias a la decidida labor de su centro en Venezuela. Pero lo cierto es que no fue un gran presidente para Estados Unidos. Se convirtió en el objeto de burla de Los Simpson, como prototipo de presidente inane. Al parecer, solo sirvió para dar paso a Ronald Reagan, que supuso un vuelco en la política norteamericana.