El húngaro Víctor Orbán se convirtió en el blanco de la eurocracia progre bruselina con su viaje a Moscú, precedido por otro viaje a Kiev. Pues lo cierto es que Orbán acertó al ir a Moscú y fracasó al acudir a Pekín, en su tercer periplo como presidente de turno de la Unión Europea.

Como presidente de turno de la Unión Europea, el líder húngaro, uno de los pocos líderes sensatos que quedan en la Unión, el creador de Patriotas por Europa, se fue a Kiev, primero y a Moscú, después. Se entrevistó con Zelensky en Ucrania y con Putin en Rusia. Orban, como antes el Papa Francisco, no es el amigo de Putin, es el único líder europeo que ha caído en la cuenta de que Occidente está usando a Ucrania para mantener un pulso, innecesario, con Vladimir Putin, pulso según el cual, Occidente pone las armas mientras Ucrania pone los muertos.

La entrada de Le Pen en Patriotas por Europa resulta preocupante. La ausencia de Meloni, también

En el entretanto, los seniles dirigentes occidentales mantienen el espíritu de la Guerra Fría, a pesar de que el comunismo soviético fue derrotado en el último cuarto del pasado siglo XX, mientras el Espíritu del siglo XXI se concreta en la lucha entre el Occidente descristianizado y el Oriente islamizado o, aún peor, panteísta.

En resumen, que lo que hay que hacer en Ucrania es lograr un acuerdo de paz con Rusia y, segundo y más importante, atraerse a Vladimir Putin hacia Occidente, porque Putin es occidental-cristiano (aunque resulte un poco bestia) mientras los venenosos Xi Jinping y Narendra Modi -que ahora veulve a entrar en escena- son orientales mucho más bestias y mucho más crueles, que nada entienden del hombre: sólo de la humanidad.

Mejor seria que Patriotas por Europa se llamara Cristianos por Europa. Al final, la Europa de las patrias no deja de ser una contradicción en sus propios términos

En resumen, Orbán ha acertado en su viaje a Kiev y a Moscú, criticadísimo en Bruselas por ello y ha fallado al viajar a Pekín. Mismamente, Orbán yerra al despotricar sobre los justísimos aranceles de Europa contra el coche eléctrico chino que está colonizado Europa y ahí hace bien Bruselas en defenderse.

En paralelo, Orbán ha puesto en marcha la reforma de la Unión Europea con Patriotas por Europa, una alternativa a la actual y macilenta Europa de los dos grandes partidos, donde Cristo no tiene cabida: el Partido Popular Europeo (PPE), la antigua Democracia Cristiana que ya no tiene nada de cristiana y poco de demócrata y el Partido Socialista, hoy social-democracia del Nuevo Orden Mundial (NOM) que nos encamina hacia la ruina con su ruinoso Estado del Bienestar.

Por partes: la entrada de Le Pen -derecha pagana, que no cristiana- en Patriotas por Europa resulta preocupante. La ausencia de Meloni, líder cristiana, también.

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Mejor seria que Patriotas por Europa se llamara Cristianos por Europa. Al final, la Europa de las Patrias no deja de ser una contradicción en sus propios términos. Por su propia naturaleza, el europeísmo tiende a la superación de los Estado-nación, lo que tiene su peligro pero sin exagerar.

Lo de los "valores europeos" ya sólo se lo cree Mbappé y algún tonto más que pulula por la vieja Europa

Y esto porque Europa no es sino un producto del cristianismo, en toda y cada una de sus patrias y Estados, en algunos más que en otros.

Por tanto, si hay que buscar un común denominador a la Unión Europea no es la Europa de las patrias sino la Europa cristiana.

En todo caso, Orbán, al frente un pequeño país como Hungría, ha sabido defenderse de la eurocracia bruselina, furibundamente anticristiana hoy carente de principios. Lo de los "valores europeos" ya sólo se lo cree Mbappé y algún tonto más que pulula por la vieja Europa. Ahora bien, la Europa de las patrias no deja de tener algo de contradicción -Estados-nación frente a una sola Unión Europea- mientras la Europa cristiana, por contra tiene todo el sabor de la lógica y todo el aval de la historia.

Ojalá que sea Víctor Orbán quien forje la nueva Europa salida de las elecciones del 9 de junio.