Este nuevo episodio vuelve a poner el foco en la relación entre la Administración del presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris con el régimen de Pekín
Esta semana, Linda Sun, una de las principales asesoras de la gobernadora de Nueva York, la demócrata Kathy Hochul, ha sido acusada de actuar como agente espía del gobierno chino, y de haber utilizado sus cargos estatales para promover la agenda de la tiranía comunista del gigante asiático a cambio de beneficios por valor de millones de dólares.
Sun ocupó un importante número de cargos en el ejecutivo neoyorquino, incluido el de jefa adjunta de gabinete de la gobernadora Hochul y oficial adjunto de diversidad del antecesor de Hochul en el cargo, el también demócrata Andrew Cuomo.
Entre las acusaciones más grave esgrimidas por la fiscalía está que Sun, a petición de los funcionarios de la dictadura comunista china, maniobró para impedir el acceso de los representantes del gobierno de Taiwán a la oficina del gobernador de Nueva York, e influyó para moldear los mensajes gubernamentales de Nueva York para que se alineasen con las prioridades del régimen de Pekín. Esta cuestión es especialmente grave, dado que China lleva tiempo amenazando con una invasión militar de Taiwán, y es particularmente peligroso que la influencia del espionaje chino en el Partido Demócrata pueda poner en riesgo el compromiso de Washington con la soberanía y libertad de Taiwán.
De confirmarse las acusaciones, supondría que la dictadura china podría haber influido en la política de Nueva York durante casi una década. La cuestión no es baladí, el Estado de la gran manzana es el cuarto más poblado del país, y junto con California, el gran feudo demócrata.
China lleva tiempo amenazando con una invasión militar de Taiwán, y es particularmente peligroso que la influencia del espionaje chino en el Partido Demócrata pueda poner en riesgo el compromiso de Washington con la soberanía y libertad de Taiwán
No es la primera vez que se descubre que espías chinos se infiltran en el Partido Demócrata. Hace dos años, saltó a la luz el caso de la espía china Christine Fang, quien, haciéndose pasar por una estudiante de intercambio en California, comenzó una relación íntima con el congresista demócrata por California y candidato en las primarias presidenciales demócratas de 2020, Eric Swalwell, miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Como consecuencia de este lamentable episodio, el entonces líder de los republicanos en el Congreso, Kevin McCarthy, exigió la renuncia de Swalwell. Siguiendo la clásica estrategia de impunidad progresista, Swalwell guardó silencio sobre estas graves acusaciones y, por supuesto, no dimitió. McCarthy también retrató cómo otro espía chino se infiltró durante más de veinte años en el equipo de la senadora demócrata por California, Dianne Feinstein, recientemente fallecida en 2023, quien, además de ostentar la presidencia del Comité de Inteligencia del Senado, era una de las líderes más relevantes de la historia del partido progresista, durante más de tres décadas representó a California en la Cámara Alta y con anterioridad también ostentó la alcaldía de San Francisco.
Y los vínculos de China no se limitan a los demócratas de California o Nueva York, sino que afectaban directamente a la propia familia del presidente Joe Biden. Así, el diario New York Post denunció que Joe Biden y su hijo Hunter recibieron comisiones por su intermediación a favor de las autoridades chinas, particularmente a favor de la compañía energética china CEFC China Energy Co.
Este nuevo episodio vuelve a poner el foco en la relación entre la Administración del presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris con el régimen de Pekín, dado que sólo un año después de asumir el poder, la Administración Biden-Harris puso fin al programa Iniciativa China. Dicho programa fue creado por la Administración Trump en 2018, y se encontraba al frente del mismo la División de Seguridad Nacional del Departamento de Justicia de Estados Unidos, con el propósito de contrarrestar el espionaje chino en el mundo empresarial y de investigación estadounidense, para evitar el robo de información y tecnología estadounidense por parte de China. Así, el objetivo era identificar y procesar a los involucrados en el hackeo, robo de secretos comerciales y espionaje económico a favor del gobierno comunista chino, dentro de EEUU.
El programa tuvo un gran éxito y desembocó en numerosas investigaciones y condenas hacia individuos vinculados al comunismo chino. La más famosa, la de Charles Lieber, un renombrado profesor de Nanotecnología que dirigió el Departamento de Química de la Universidad de Harvard, y que fue declarado culpable por ocultar a las autoridades gubernamentales, múltiples contactos con el régimen de Pekín.