Mientras jugaba al Golf en Florida, sólo dos meses después del atentado contra Donald Trump en Pensilvania, se produjo un tiroteo que, a pesar de la escasa información que se posee en este momento está siendo investigado por el FBI como un atentado.

Estamos en campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo martes 5 de noviembre y lo único que podemos concluir es que el Nuevo Orden Mundial (NOM), que en la esfera política norteamericana se manifiesta a través del Partido Demócrata y buena parte del Republicano, no está dispuesto a tolerar, bajo ninguna circunstancia, un segundo mandato de Donald Trump. Hará lo que sea, cualquier cosa, para que esto no suceda, incluido la eliminación física del candidato Donald.

Y es que el caso Trump supone un salto en la política norteamericana. El fenómeno Trump guarda cierto parecido con una figura de ficción, el famoso 'mutante" de Isaac Asimov en Fundación e Imperio: Trump ha roto la secuencia temporal prevista, lo que supone una irrupción en el sistema norteamericano, perfectamente asentado en la alternancia entre Partido Republicano y demócrata... bajo unos mismos principios de 'gender' y de 'woke'.

Trump ha podido ser infiel a su mujer, pero nunca entronizó la infidelidad matrimonial como un nuevo valor moral. Es otro sinvergüenza auténtico pero no es un auténtico sinvergüenza

Sobre el atentado, poco se puede decir mientras el FBI no ofrezca más datos sobre la investigación de este tiroteo que tuvo lugar en Florida, justo al lado de donde el candidato a la Presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano, Donald Trump, juega al golf, pero lo cierto es que confirma que el NOM no está dispuesto a aceptar un segundo mandato de Trump.

El atrabiliario, y gracioso, no lo olvidemos, candidato, a veces insufrible, ciertamente, mantiene unas serie de valores cristianos, que son esos mismos valores y principios que odia el NOM.

Por ejemplo, el derecho a la vida, a pesar de la enorme confusión en estos tiempos. Por ejemplo, que es un personaje convencido de que patriotismo viene de padre y que la propiedad privada es garantía de libertad individual y de mérito, que es el factor clave de una democracia.

Puede que no sea un tipo coherente en sus actos pero sí lo es en sus principios. Puede ser infiel a su mujer, pero no entroniza la infidelidad matrimonial como una nuevo valor moral. Trump es otro sinvergüenza auténtico pero no es un auténtico sinvergüenza.

Si al NOM no le queda otro remedio que asesinar a Trump, lo hará. O, al menos, lo intentará. Si no directamente, sí creando el ambiente necesario para que cualquier chiflado de mente débil lo ejecute

¿Explica bien Trump esos principios en los que cree, con los que sí es coherente en su labor de gobierno y que que no son otra cosa que principios cristianos? No, los explica fatal y con un espíritu bravucón que le hace odioso, especialmente para las mujeres. Es lo de la tontina de Taylor Swift, cuando habla de que Trump es el caos y Kalama la calma.

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Enfrente, tiene a Kamala Harris, que es todo lo contrario: una sonrisa progresista. Es decir, carente de principios por adicción a la Blasfemia contra el Espíritu Santo (suprema inversión de valores donde lo malo es lo bueno y lo bueno se convierte en lo malo) y partidaria de una economía de la subvención, la misma que nos ha llevado a la ruina, dede el final de la II Guerra Mundial y de forma acelerada desde 1968 pero, en pleno siglo XXI, convertida en la Blasfemia del mal que se convierte en bien y del bien que se convierte en mal, esto es, en ideología woke o en la conversión de la aberración en norma.

Es decir, Donald Trump es bueno en el fondo, excéntrico en la forma, justo lo contrario de Kamala Harris: la representación de una degeneración educada. El NOM no está dispuesto a que triunfe lo primero. Trump, ya después de muerto como presidente, consiguió la famosa sentencia del Tribunal Supremo norteamericano que le ha dado la vuelta al derecho a la vida, el primero de todos los derechos, cuando ya parecía que el aborto imperaba en el mundo y resultaba indetenible. Encima, Trump cuya conducta personal en ocasiones resulta chulesca, es un tipo que cree de verdad en sus principios cristianos, los cumpla él o no... que eso es secundario políticamente hablando. Es el personaje que tiene todos los boletos para que el Nuevo Orden Mundial (NOM), visceralmente anticristiano, le odie (aquí sí, con pecado de odio, no con la tontuna de los delitos de odio). Por eso, si al NOM no le queda otro remedio que asesinar a Trump, lo hará. O, al menos, lo intentará. Si no directamente, sí creando el ambiente necesario para que cualquier chiflado mente débil lo ejecute.

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