Donald Tusk (derecha progre) y el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki (partido cristiano)
No hay muchos polacos caraduras pero Donald Tusk es el más jetas de todos. Un polaco que llegó a ser presidente de la Comisión Europea y que quiere volver a convertirse en el primer ministro de su país. Por eso, aplaude a Bruselas y critica a Varsovia. Un patriota.
Tusk no ha dudado en enfrentarse a su propio Tribunal Constitucional. Porque el TC polaco ha dicho que los fallos del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea -verdadero látigo del NOM- no están por encima de los del Tribunal Constitucional de Polonia.
Se puede ceder soberanía pero no se puede ceder en tus principios. Las convicciones no funcionan por mayoría y la UE no es nada sin sus cimientos cristianos
Considerando la historia del tribunal de Luxemburgo y considerando que la Unión Europea no es una nación, sino que la participan 27 soberanías distintas, uno diría que, como en tantos otros aspectos de la Unión Europea, lo que asombra es que la sentencia del TC polaco asombre.
Pero es que estamos jugando a otro juego, jugamos a otra cosa. A lo que jugamos es a descristianizar Europa, origen de la civilización occidental. Jugamos a que todo lo que se aleje de los mandamientos del Nuevo Orden Mundial, por ejemplo, del aborto, por ejemplo, de la homosexualidad impuesta, y todo aquel que defienda, por ejemplo, la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos, el respeto a la propiedad privada, por ejemplo, la trascendencia… pasa a ser considerado ultra.
Y así, Ley y Justicia, partido que gobierna en Polonia es tildado en RTVE, sin ambages, de “ultra”, cuando lo único que es es un partido católico.
Y por cierto, es falso que los tribunales europeos primen sobre los tribunales nacionales. Depende de en qué y con quién.
En cualquier caso, el demagogo de Donald Tusk asegura que lo que pretende el Gobierno polaco de Mateusz Morawiecki es marcharse de la UE, como los ingleses. Varsovia lo niega. Y dice verdad: lo que pretenden los polacos no es marcharse de Europa sino enseñar a Europa el camino a seguir: Europa, sé tú misma, recupera tus raíces cristianas.
Una vez más, Polonia marca el camino en la construcción de Europa: se puede ceder soberanía pero no puedes ceder en tus principios. Las convicciones no funcionan por mayoría… y Europa debe volver a ser ella misma.