En cuanto Donald Trump volvió a la Casa Blanca lo dejamos claro su política energética se centra en el fomento de la autonomía energética del país, a través de la promoción de la extracción de gas y petróleo por medio del fracking (fractura hidráulica), y en la energía nuclear. Trump ha combatido reiteradamente el ecologismo radical de la Administración de Joe Biden y Kamala Harris, y sus nombramientos en este plano revelan la intención del republicano de deshacer el legado de los demócratas en la materia.

Después de tres meses en el poder, sigue esta senda, y lo hace a su manera. Todo el mundo en vilo por sus aranceles, Trump anuncia y firma un nuevo decreto: “Me gustaría darme una buena ducha para cuidar mi precioso pelo”, dijo sin temblarle la voz en el Despacho Oval. Lo prometió en campaña: acabaría con la poca presión del agua para poder ducharse como le gusta. 

El título del decreto lo deja claro: "Mantener una presión de agua aceptable en las duchas" y el lema de la campaña también: "Trump hace que las duchas de Estados Unidos vuelvan a ser grandes otra vez". 

El argumento de Trump lo explica a la perfección: "Estoy durante 15 minutos hasta que se moja. Goteo, goteo, goteo. Ridículo. Lo que haces es acabar lavándote las manos durante el quíntuple de tiempo, para que sea la misma agua. Y vamos a liberarla para que la gente pueda vivir".

El decreto pone fin a las normas de Obama y Biden de ahorro que restringen el número de litros por minuto que se permite que fluyan a través de los cabezales de ducha: "El decreto libera a los estadounidenses de una reglamentación excesiva que convertía un artículo doméstico básico en una pesadilla burocrática. Los cabezales de ducha ya no serán débiles e inútiles". 

"Los estadounidenses pagan por su propia agua y deben ser libres de elegir sus cabezales de ducha sin intromisiones federales", así, la norma ordena que el secretario de Energía anule "la complicadísima norma federal que redefinió el término ‘cabezal de ducha’ bajo los gobiernos de Obama y Biden". 

La lucha de las duchas viene de lejos, la ley federal de energía de Obama estableció a que los nuevos cabezales de ducha no podían verter más de 9,5 litros de agua por minuto (2,5 galones). Cuando Trump llegó a la Casa Blanca relajó la medida, pero Biden revocó a Trump en 2021. 

Si dejamos de un lado el cachondeo que esto puede suponer el transfondo es otro: "El exceso de regulación ahoga la economía estadounidense y asfixia la libertad personal". "Un ejemplo pequeño, pero significativo, es la guerra de Obama y Biden contra las duchas". Razón no le falta, en los años de la dominación del Nuevo Orden Mundial (NOM) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la sostenibilidad es todo... aunque no sirva para nada.

La buena noticia es que la cordura se va restableciendo, también en las duchas.