La nueva política migratoria de Donald Trump, consistente en la deportación masiva de inmigrantes ilegales, ha empezado a encontrarse las primeras resistencias.

Porque una cosa es prometer que vas a deportar a todo inmigrante que no tenga papeles y otra, muy distinta, poder llevarlo a cabo. Porque, ¿cómo adivinas el país de origen de algunas de esas personas si se niegan a revelarlo? ¿Y si el país del que proceden se niega a repatriarlos?

Esto último precisamente es lo que ha ocurrido este fin de semana, cuando el presidente colombiano Gustavo Petro se negó a dejar aterrizar a dos aviones del ejército de Estados Unidos, que tenían previsto traer de regreso a 160 colombianos deportados.

Tras la respuesta de Petro, la Administración Trump anunció la imposición de aranceles del 25% a los productos colombianos. Y amenazó con subirlos al 50%, en una semana, "sobre todos los bienes que lleguen a Estados Unidos", así como sanciones de visado contra todos los miembros del partido, familiares y simpatizantes del Gobierno colombiano".

Ante este órdago de la nueva Administración estadounidense, al Gobierno colombiano no le quedó más remedio que aceptar el regreso de sus compatriotas. Así lo explicó el ministro de Exteriores colombiano, Luis Gilberto Murillo

Sin embargo, en una pataleta fruto de su impotencia, el presidente ultraizquierdista Gustavo Petro, publicó este mensaje, el domingo 26 de enero en la red social X: "Me informan que usted pone a nuestro fruto del trabajo humano 50% de arancel para entrar a EEUU, yo hago lo mismo". Lo cual está por ver...

Pero, lo dicho: una cosa es prometer que vas a deportar a todo inmigrante que no tenga papeles y otra, muy distinta, poder llevarlo a cabo. 

Son los primeros problemas a los que se enfrentan las nuevas políticas migratorias de Trump. Pero habrá mas...