El ministro de Asuntos Exteriores de la Comisión Europea, el español José Borrell, volvió a comparecer el lunes ante la prensa para anunciar un nuevo paquete de ayudas a Ucrania.

Mientras, José Borrell prolonga la agonía de un enfrentamiento bélico en el que ya no hay cámaras de TV en primera línea

Dado que el invasor es Rusia, es lógico apoyar a Ucrania. Ahora bien, con esa ayuda, siempre menuda, por una parte trata de demostrar que Europa está con Kiev pero por otra alarga la agonía: Ucrania se enfrenta al ejército ruso en nombre de Europa, y paga con sus vidas nuestra protección continental. Nosotros a cambio, no nos jugamos la vida, sólo les envíamos para que nos defiendan ellos y paguen con sus vidas que Putin no pueda invadirnos.

Ahora bien, a quien realmente le viene de cine la guerra de Ucrania es a Estados Unidos, al que no asusta, en absoluto, antes al contrario, una guerra larga y duradera en el este de Europa. De hecho, Estados Unidos ha conseguido volver a ser la gran superpotencia mundial gracias a la Guerra de Ucrania, pero son los ucranianos los que están dejándose la vida. Gracias a Ucrania, Washington ha recuperado la primacía mundial y el dólar ha superado al euro.

Bruselas se mantiene en su papel: fiel a la ideología progre que le sitúa a los pies de Washington y que ha dado inicio a la II Guerra Fría

Mientras, en Europa, el precitado José Borrell alienta un enfrentamiento en el que ya no hay cámaras de TV en primera línea. Bruselas se mantiene en su papel: fiel a la ideología progre que le sitúa a los pies de Washington, su antigua colonia, permite que Biden de inicio a la II Guerra Fría. Es donde los estadounidenses se mueven con más comodidad. El escenario del enfrentamiento en tiempos de Guerra Fría, siempre será Europa.

Por cierto, los cristianos, ¿a quién debemos apoyar? Desde luego a la paz, que acabe la guerra cuanto antes, pero en cuanto a los dos bandos, Moscú o Washington, creo que a ninguno de los dos.