El problema de Occidente no está en Moscú, sino en Bruselas y en Washington
¿Guerra de buenos contra malos? El artículo de Jorge Fernández en La Razón, que recogíamos ayer en Hispanidad, se titulaba con un interrogante: ¿Guerra de buenos contra malos? Pregunta implícita cuya respuesta naturalmente, era negativa.
Estoy seguro que, por esto, el señor Fernández no niega que ahora mismo lo que hay que hacer es ayudar a los ucranianos, que son los agredidos por Vladimir Putin y que, como a Hispanidad, ni se le ha ocurrido justificar el salvaje ataque ruso a Ucrania.
Ahora, al Nuevo Orden Mundial (NOM), a lo políticamente correcto, es decir, al repugnante consenso ideológico que rige Occidente, le importan un pimiento los ucranianos, salvo para esbozar una cansina queja del tipo ¡Pobrecitos!
Vladimir Putin, a quien no puedo defender, me resulta un tipo más saludable que Joe Biden
Lo que dice Fernández seguramente le viene inspirado -al menos a mí, sí- por la contemplación del escenario de majaderos progres, tipo Gabriel Rufián, Íñigo Errejón y demás miembros de la galaxia podemita, quienes aseguran que Vladimir Putin es de Vox.
El que dirigiera la KGB ahora resulta que es ultraderechista. Se aplica aquí la filosofía, muy profunda, de los comunistas progres: lo bueno es lo mío y lo malo es ultra. Pero, ojo, lo que es bueno y lo que es malo cambia, según conveniencia. Por años, a veces por meses.
En cualquier caso, la explicación es sencilla: la espina dorsal del Nuevo Orden Mundial (NOM) no es ni el mero progresismo, ni el marxismo, ni tan siquiera la sostenibilidad del planeta, que le viene grande al hombre: un esfuerzo inútil que genera melancolía. La almendra del NOM es la ideología de género, no por lo que supone de impuro y viscoso sino por la blasfemia que supone, al pretender burlar a la realidad.
Es muy sencillo: la clave de la ideología de género consiste en la negación, de la ley natural, origen de todos los males de la humanidad y raíz de la locura.
El gran error de Occidente fue expulsar a Rusia de Occidente tras la Caída del Muro, cuando dejó de ser el enemigo. Porque Rusia es Occidental, Putin también
Por eso no soportan a Putin, que tiene otros defectos pero no este: Putin, contra toda la marea de estupideces, afirma que un padre es un padre y una madre es una madre, que un hombre es un hombre y una mujer es una mujer. No es un santo, pero no está dispuesto a negar la realidad porque eso sería negarse a sí mismo.
Ahora contemplen al muy democrático gobierno sociopodemita español: toda su aportación a la historia consiste en negar precisamente esa evidencia. Y negar la evidencia siempre resulta peligroso.
¿Significa todo esto que Putin sea un santo? Naturalmente que no. Don Vladimir es una bestia y, encima, es ruso, que suelen ser gente brillante pero con más razón que corazón. El atormentada alma rusa siempre tiende al fatalismo, y eso provoca no pocos daños. Pero esa es otra historia.
Lo cierto es que, contra toda la propaganda occidental, Vladimir Putin, a quien no puedo defender, me resulta un tipo moralmente más saludable que el señor Joe Biden.
Y sí, el gran error de Occidente fue expulsar a Rusia de Occidente tras la Caída del Muro, cuando dejó de ser el enemigo. Porque Rusia es Occidental, Putin también.