Pedro Sánchez sigue su vieja táctica: reordena la cúpula del partido, después su gobierno y vuelta a empezar, porque él no es culpable de nada
Decíamos en Hispanidad, que la dimisión o cese de Adriana Lastra encajaba con los rumores de que Sánchez quiere renovar el Gobierno, darle un enfoque estadista, también se rumoreaba sobre la posibilidad de que Héctor Gómez y Felipe Sicilia estarían en el punto de mira del presidente. Todo apunta a que Lastra perdió la confianza de Sánchez, y ante un posible futuro cese, dimitió, a lo que hay que sumar las tensiones y enemistad que Lastra tenía con el secretario de Organización Santos Cerdán, quien parece que ha ganado la batalla contra Lastra.
La cosa se ponía tensa con la salida de Lastra, y esta misma tarde de martes, nuevo cese, Dolores Delgado dimitía, y Álvaro García Ortiz (Salamanca, 1967), durante estos años número dos de Delgado, era nombrado nuevo fiscal general del Estado. García Ortiz ha sido la mano derecha de Lola siendo el fiscal de Sala jefe de la Secretaría Técnica, un órgano de apoyo directo a la fiscal general, algunas fuentes apuntan que era la cabeza pensante de la ex fiscal general. Por lo que la Fiscalía General seguirá dependiendo del Gobierno, claro está. Delgado ha sido una máquina de generar escándalos, cosa que nunca la ha hecho dimitir, ahora aduce causas personales, al igual que lastra, motivos de salud.
Pero la polémica está servida, Pedro Sánchez, según ha adelantado, como no podía ser de otra forma, la Cadena Ser, ha convocado el Comité Federal del PSOE para este sábado, 23 de julio, para abordar la renovación interna que urge tras la salida de Lastra, y para calmar las aguas en el partido, recuerden que fue el propio comité el que decidió echar a Sánchez.
Las, llámenlas salidas, ceses o dimisiones de Lastra y Delgado no han hecho más que acelerar el plan de Sánchez. Batacazo en las andaluzas, hasta el CIS y el País dan como ganador a Feijóo, ninguna encuesta le apoya, los abucheos en la calle son constantes, y Sánchez quiere aguantar como presidente, por lo que sigue su vieja táctica: reordena la cúpula del partido, después de su gobierno y vuelta a empezar, porque él no es culpable de nada.