Contamos en Hispanidad que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, va a modificar, por fin, las leyes trans y LGTBI que heredó de su muy progre antecesora Cristina Cifuentes. Las reacciones no se hacían esperar, pero Ayuso parece que no se achanta ante las protestas y sigue adelante con su promesa de reformar ambas leyes: "Protegemos a los menores de oligarquías que tenían monopolizadas estas leyes".

Mientras, diputados de Más Madrid y PSOE criticaban a Ayuso, incluso la acusaban de "manchar sus manos de sangre", las madres de niños trans se posicionaban junto a la Presidenta y apoyaban su reforma.

Y ahora que Mónica García ha abandonado la Asamblea, el portavoz socialista, Juan Lobato, ha visto que era su momento para consolidarse como líder de la oposición y ha decidido llevar al Parlamento Europeo "el recorte de derechos LGTBI que Ayuso pretende imponer en Madrid", y eso que la reforma aún ni se ha aprobado y está en tramitación parlamentaria. 

Llama la atención la decisión de llevar la Reforma a Europa. Y es que esos mismos socialistas son los que han defendido que la Amnistía no debía discutirse en Bruselas al tratarse de un 'asunto doméstico', "un tema de ámbito nacional".  Ya saben, el caso de España es muy distinto al de Polonia, Hungría o Italia

Para entendernos, los socialistas consideran que la Amnistía, que afecta a toda España, que va a acabar con la separación de poderes y que perdona a políticos corruptos, es un asunto interno, doméstico y del que Europa no debe pronunciarse. En cambio, que una Comunidad Autónoma decida reformar un par de leyes, es para que la mismísima Úrsula en persona venga a Madrid y ponga firme a Ayuso.