La arteterapia ssurgió en el siglo XX por un hecho casual, aunque los efectos del arte sobre la mente, las emociones y la fisiología humana se conocían desde la antigüedad
Cada 15 de abril, desde el año 2012 (aunque su proclamación por parte de la Unesco no se dio hasta noviembre de 2019), se celebra el Día Mundial del Arte, coincidiendo con el día de nacimiento de uno de los mayores artistas de la humanidad, el italiano Leonardo Da Vinci. Por el término arte, el diccionario de la RAE refiere, entre otros aspectos, la manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. Pero el arte, sin duda, es mucho más que eso e incluso puede servir como terapia o formar parte de la misma, es decir, del tratamiento de una enfermedad o de algún otro problema de salud.
De hecho, hace tiempo que surgió el concepto arteterapia para definir una forma de terapia que se nutre tanto de la práctica clínica como de los procesos creativos, usando la expresión artística como canal de comunicación y expresión para mejorar la salud mental y el bienestar emocional y social de las personas. En concreto, apareció en el siglo XX por un hecho casual, aunque los efectos del arte sobre la mente, las emociones y la fisiología humana se conocían desde la antigüedad: fue cuando Adrian Hill, un artista plástico que estaba ingresado en un hospital durante la Segunda Guerra Mundial, estimuló a otros pacientes a compartir sus pinturas y muchos empezaron a plasmar sus experiencias y sentimientos sobre las escenas vividas en el conflicto y comenzaron a mostrar una sensación de bienestar.
Adrian Hill, un artista plástico que estaba ingresado en un hospital durante la Segunda Guerra Mundial, estimuló a otros pacientes a compartir sus pinturas y muchos empezaron a plasmar sus experiencias y sentimientos sobre las escenas vividas en el conflicto y comenzaron a mostrar una sensación de bienestar
Desde entonces, el efecto terapéutico del arte despertó el interés entre distintos profesionales de la medicina, siendo Estados Unidos y Reino Unido los países pioneros en su práctica y desarrollo. Allí es donde se encuentran las escuelas más destacadas: la American Art Therapy Association (AATA) y la British Association of Art Therapists (BAAT). En concreto, la AATA considera que el proceso creativo y la expresión artística ayudan a las personas a: resolver conflictos y problemas, desarrollar habilidades interpersonales, manejar el comportamiento, reducir el estrés, aumentar la autoestima y la conciencia de uno mismo, y lograr la comprensión de la enfermedad.
Tras una investigación, en 2013, Mercedes Dumas y María Aranguren publicaron el documento Beneficios del arteterapia sobre la salud mental, donde entre otros aspectos, refirieron que la arteterapia se realiza a través de las artes visuales o plásticas (pintura, escultura, grabado, dibujo, collage, títeres, etc.) y el uso de las artes expresivas (escritura, pintura, movimiento, sonido y meditación). Todo ello se puede realizar de forma activa (participando del proceso creativo y creando algo nuevo) o de forma receptiva (a través de la mirada, la escucha, el baile, etc.), así como en solitario o en grupo, y de manera libre o dirigida. En dicha terapia, conviene subrayar que la atención está en el proceso creativo y en sus beneficios para las personas, no en el valor estético del resultado final de las creaciones.
A pesar de que el arte es terapéutico en sí mismo (así lo demuestra, por ejemplo, la contemplación de una obra de arte), su beneficio es mucho mayor cuando hay una persona experta que propone ejercicios y orienta durante el proceso
Entre los objetivos de la arteterapia está el de representar lo invisible a través de lo que sí es visible, ofreciendo al paciente o usuario el acompañamiento de un profesional formado en esta especialidad que hace de guía. Esto último marca la diferencia porque, a pesar de que el arte es terapéutico en sí mismo (así lo demuestra, por ejemplo, la contemplación de una obra de arte), su beneficio es mucho mayor cuando hay una persona experta que propone ejercicios y orienta durante el proceso. Los que promueven la arteterapia en el tratamiento clínico, psicológico o psiquiátrico que puedan estar recibiendo las personas diagnosticadas con algún problema de salud mental también consideran que es muy eficaz para los casos de enfermedades de tipo físico que afectan al bienestar emocional. Además, se reivindica la creación artística como algo que forma parte del ser humano y que a cualquier edad funciona como un poderoso medio de disfrute y de expresión.
“Yo veo que a muchas personas que vienen a mi consulta la arteterapia les cambia la vida porque les enseña a vivir mejor consigo mismas (...) En momentos muy difíciles, cuando a veces alguien incluso siente que vivir no tiene sentido, puede encontrar en el arte una manera de expresarse y de sacar todo eso que lleva dentro. El arte te puede llegar a salvar la vida porque, a medida que te liberas, las cosas cambian”, explicó Itahisa Mateo, arteterapeuta del proyecto Amarte, a RTVE. Tanto Sílvia Ferrer como Florence Tessier, miembros del colectivo de arteterapeutas L’Artèria, confían en el poder que tiene la creación artística para “sanar” algunas heridas invisibles y defienden que la arteterapia es positiva para cualquier persona que quiera mejorar su bienestar emocional, aunque no tenga un diagnóstico de salud mental ni un problema específico que tratar. Es más, Ferrer subrayó que hay una diferencia clara entre la arteterapia y la psicoterapia convencional porque “cuando aplicas el arte sale la sorpresa, sale lo que hay dentro de verdad. En otras terapias solo están las palabras, la cabeza; en la arteterapia hay cabeza, corazón y entrañas”.
Sílvia Ferrer subraya que hay una diferencia clara entre la arteterapia y la psicoterapia convencional porque “cuando aplicas el arte sale la sorpresa, sale lo que hay dentro de verdad”
Entre las actividades de arteterapia destacan el dibujo y la pintura para expresar sentimientos y experiencias usando imágenes, trazos y colores como vía. La música -a través de la composición, la práctica de un instrumento, la escucha o el cante- favorece el control de emociones y pensamientos; disminuye los niveles de estrés y ansiedad; promueve la creatividad, la estimulación cerebral, la comunicación y la concentración. El teatro y la expresión corporal permiten explorar emociones y estimular la confianza en uno mismo. La escultura y el modelado usando arcilla, plastilina y otros materiales permiten dar forma plásticas a ideas, sentimientos y sueños, así como relajarse. La danza también ofrece la posibilidad de expresarse. La escritura creativa no sólo trata de plasmar ideas, sino que se convierte en una herramienta para la expresión emocional y la sanación de heridas. Hacer un collage con fotografías, recortes de revistas y periódicos, distintos tipos de colores y telas, también es una buena opción para la expresión de sentimientos y vivencias. La caligrafía favorece el autocontrol, así como la concentración, la seguridad y la autoconfianza. La práctica de diferentes manualidades (máscaras, origami -también llamada papiroflexia-, títeres, filigrana, etc.) contribuye a la concentración, la creatividad, la reflexión y la confianza. Además, la fotografía es otra forma de expresar emociones y contar historias.
“El arte puede tener una función de mejora en la vida de las personas”, afirma Andrés Anadón, uno de los voluntarios de la asociación cultural sin ánimo de lucro Believe in Art, en una entrevista para El Periódico del Voluntariado. Dicha asociación nació en Zaragoza en 2013 con el fin de cambiar y humanizar los espacios hospitalarios a través de la creación artística, contribuyendo así a mejorar el bienestar y el estado de pacientes, familiares y equipos médicos. Desde entonces lo están logrando gracias a la colaboración de socios, artistas, voluntarios y empresas.
Los hospitales se suelen recordar como lugares fríos y “por eso mismo el arte es el aliado perfecto para modificarlos, puedes enriquecer ese entorno sin hacerlo más complejo ni que dificulte la labor de sus especialistas”, explica Andrés Anadón
Anadón coordina la elaboración de murales y todo tipo de obras artísticas en hospitales, buscando todo tipo de artistas que los humanicen, y también comparte su conocimiento sobre arte y salud (dos mundos complementarios) en centros educativos mediante el proyecto ‘Ole mi cole’, que también incluye la creación de murales para hospitales con el alumnado que después lleva a la práctica un artista. Se unió como voluntario a Believe in Art porque “creo que tiene mucho sentido y da apoyo a un lugar que solemos recordar con especial frialdad”, y además, “es un proyecto de la tierra y muy cercano” donde “iba a ver el impacto de mi colaboración”.
Los hospitales se suelen recordar como lugares fríos y “por eso mismo el arte es el aliado perfecto para modificarlos, puedes enriquecer ese entorno sin hacerlo más complejo ni que dificulte la labor de sus especialistas”, explica Anadón. Allí, “historiadores de arte o expertos eligen el tipo de obra que más va a ayudar a crear una atmósfera que encaje con lo que nos demandan los especialistas del centro y los pacientes”, y se busca a los artistas que la lleven a cabo entre la gente del proyecto (la cual está relacionada con el mundo del arte, el comisariado, los museos y la red de colaboradores), aunque también se reciben solicitudes de otros artistas que no son locales o regionales.
Para las personas con TEA, la arteterapia aborda la ansiedad, el estrés y la frustración, brindándoles oportunidades para aprender mecanismos que les ayudan a afrontarlas y manejarlas, así como para desarrollar habilidades sociales y mejorar su autoestima, comunicación, creatividad y comprensión de símbolos
La arteterapia también se considera una terapia complementaria en el tratamiento de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y como en todas las terapias, debe estar realizada por un profesional con formación en la misma y que pueda realizar una intervención en áreas de Educación, Psicología, Intervención social, Artísticas o Sanitarias. En este caso se usarían artes visuales, tras plantearse unos objetivos concretos y haciendo un seguimiento de las personas con autismo que realizan la actividad. Según la AATA, para las personas con TEA, la arteterapia aborda la ansiedad, el estrés y la frustración, brindándoles oportunidades para aprender mecanismos que les ayudan a afrontarlas y manejarlas, así como para desarrollar habilidades sociales y mejorar su autoestima, comunicación (verbal y no verbal), creatividad y comprensión de símbolos, y todo ello después lo pueden trasladar a otros ámbitos de su vida. Incluso la arteterapia con personas con autismo puede realizarse no solo con compañeros con este mismo trastorno sino también junto a sus familiares, por ejemplo, los hermanos, con lo que también se mejoran las relaciones y vínculos dentro de la propia familia.
Precisamente, para dar a conocer algunos de los beneficios de la arteterapia en el colectivo de personas con autismo, la Fundación ConecTEA lanzó la primera edición del concurso “ArTEAndo” en el verano de 2021. Una iniciativa con la que también buscaban impulsar, dentro de sus objetivos de difusión y sensibilización, un mejor conocimiento del autismo entre la población en general.
La primera edición de CapacitArte, un proyecto social de la Fundación Villacisneros que aunaba arte y discapacidad, finalizó con la subasta solidaria de las cinco obras de distintas disciplinas artísticas realizadas por cinco artistas y 15 alumnos de la Fundación Prodis
En todo este tema de la arteterapia no sólo participan hospitales y organizaciones sin ánimo de lucro, sino también otras muchas entidades, entre ellas, los museos o centros de arte. Un ejemplo es el espacio ‘EducaThyssen’ que se creó en 2019 por parte del Área de Educación del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza para desarrollar proyectos y actividades, como visitas grupales enfocadas a personas con Trastorno Mental Grave (TMG) junto a profesionales de rehabilitación psicosocial. En este caso, el arte pictórico funciona como un instrumento de rehabilitación que prepara para nuevas posibilidades terapéuticas y sociales. Otro ejemplo es el taller de arteterapia que se imparte en el Centro de Referencia Estatal de Atención Psicosocial (Creap) a personas con TMG.
Hace poco más de tres meses, tuvo lugar en Madrid la primera edición de CapacitArte, un proyecto social de la Fundación Villacisneros que aunaba arte y discapacidad, y que finalizó con la subasta solidaria de las cinco obras de distintas disciplinas artísticas (collage, fieltro y plaquene, cerámica y pintura) realizadas por cinco artistas y 15 alumnos de la Fundación Prodis. En total se recaudaron 42.200 euros que contribuirán a financiar la segunda edición y un 20% se destinará a los alumnos co-autores de las obras para incentivar su desarrollo laboral.
Íñigo Gómez-Pineda destaca que “el proyecto CapacitArte no solo pretende promover las capacidades artísticas de estos chicos estupendos sino concienciar a la sociedad de que invierta en arte con una causa”
Fundación Villacisneros es una institución familiar comprometida con la sociedad y con la igualdad de oportunidades para todos sus ciudadanos, que desarrolla su actividad en tres grandes áreas (defensa de España, víctimas del terrorismo y área social), y a través de esta última desarrollará programas que contribuyan a través de la educación a alcanzar una sociedad más justa, más equitativa e inclusiva. Su presidente, Íñigo Gómez-Pineda, destacó que “el proyecto CapacitArte no solo pretende promover las capacidades artísticas de estos chicos estupendos sino concienciar a la sociedad de que invierta en arte con una causa. Los artistas han sido muy generosos y siempre digo que quien es generoso, siempre recibe más de lo que da”.
Por su parte, la Fundación Prodis es una institución sin ánimo de lucro, cuyo fin es proporcionar los apoyos necesarios a las personas con discapacidad intelectual para mejorar su calidad de vida, ayudándoles en su desarrollo personal y en su inclusión social y laboral. Esta Fundación apoya a más de 500 personas con discapacidad intelectual, y a sus familias, a través de actividades y servicios que logran la mejora de su calidad de vida y su participación real, y defienden que “es responsabilidad de todos contribuir a crear una sociedad más justa y ética, donde la felicidad, la autonomía, la dignidad y el sentido que aporta el trabajo, esté al alcance de todos”.
Para la cantante y compositora de jazz estadounidense Melody Gardot, la música puede “curar el alma y el cuerpo”, y lo afirma con un gran conocimiento de causa porque empezó a componer después de un accidente de tráfico que casi le cuesta la vida
No sólo la pintura y otras artes plásticas han demostrado tener beneficios sobre la salud de las personas, también la música. Un ejemplo de ello lo refleja la cantante y compositora de jazz estadounidense Melody Gardot, para quien la música puede “curar el alma y el cuerpo”, y lo afirma con un gran conocimiento de causa porque empezó a componer después de un accidente de tráfico que casi le cuesta la vida (a los 19 años fue atropellada por un coche mientras montaba en bicicleta) y del que aún arrastra secuelas (de hecho, siempre sube al escenario con gafas de sol porque sufre hipersensibilidad a la luz). “Incluso cuando abordo temas dramáticos, mi música es siempre positiva porque no busca que bajemos la cabeza, sino lo contrario, transmite esperanza”, declaró a la Agencia EFE.
El inicio musical de Gardot fue impulsado por un médico que estaba preocupado por el deterioro cognitivo debido a las lesiones cerebrales provocadas por el accidente. Gardot comenzó con grabaciones junto a la cama, cuando aún no podía caminar, y continuó más adelante, gracias a su talento, su impresionante música, su coraje y lograr la atracción de un DJ de una radio local, consiguiendo no sólo el lanzamiento de varios discos y diferentes actuaciones y giras, sino también premios. El periódico estadounidense City Paper Philadelphia le dio un premio en 2005 diciendo que “para nuestros ojos, nadie es un luchador más inspirador y talentoso que el fenómeno de la cantante y compositora Melody Gardot. Ella convirtió el dolor de un accidente automovilístico que le cambió la vida en música sorprendentemente madura y absolutamente apasionante”. De hecho, “su EP Some Lessons the Bedroom Sessions es en parte una crónica de su lucha por mantener su identidad en el contexto de la discapacidad”. Al hilo de esto, cabe recordar a Katherine Wright, de la Asociación de Musicoterapia: “La música permite a una persona recordar y reconectar con su sentido de identidad. La composición de canciones es una excelente herramienta para trabajar la concentración y otros problemas cognitivos”.
Hace unos años, en las redes sociales se volvió viral un vídeo: una anciana con alzhéimer llamada Marta González, que fue bailarina en Nueva York en los años 60, se puso a mover los brazos realizando cada paso como si flotara de nuevo sobre un escenario, cuando su terapeuta le hizo escuchar El lago de los cisnes, de Tchaikovsky. Todo ocurrió en una residencia de Alcoy (Alicante) y aunque la anciana falleció más tarde, la asociación Música para Despertar volvió a difundir el vídeo en 2022 como homenaje y para reivindicar el poder de las canciones para sanar la memoria. Los expertos consideran que la musicoterapia es un método eficaz para ayudar a los enfermos de alzhéimer porque escuchar melodías que formaron parte de sus vidas activa su memoria, e incluso tararean sus letras o recuerdan los acordes que una vez tocaron. Los efectos se producen incluso en personas con amnesia casi total, afasia (incapacidad para comunicarse) severa y sin movilidad. “Empezamos a cantar una canción que escuchaban cuando eran jóvenes y repente conectan con sus recuerdos y con sus emociones, incluso nos cantan la canción”, explicó Pepe Olmedo, psicólogo y creador de Música para Despertar, a RTVE.
Los expertos consideran que la musicoterapia es un método eficaz para ayudar a los enfermos de alzhéimer porque escuchar melodías que formaron parte de sus vidas activa su memoria, e incluso tararean sus letras o recuerdan los acordes que una vez tocaron
Los fármacos que actualmente se comercializan para tratar el alzhéimer no cambian el curso de la enfermedad ni frenan su progreso, pero hay terapias y tratamientos no farmacológicos que pueden paliar algunos síntomas y mejorar su calidad de vida. Entre ellos, está la musicoterapia. Al hilo de esto, la Fundación Pasqual Maragall subraya que la música es una de las experiencias sensoriales, motoras, cognitivas y emocionales más potentes y diversas que un ser humano puede disfrutar, está muy presente en nuestro día a día y activa nuestro cerebro en red, pues tiene una enorme capacidad para: evocar recuerdos, regular emociones, proporcionar confort y aliviar el estrés. Ya hay algunos estudios que apuntan evidencias positivas sobre el uso de la música en personas con alzhéimer, pero hay que seguir avanzando para lograr resultados más firmes, y para ello, la citada Fundación lanzó el proyecto ‘LifeSoundtrack, la música de mi vida’, donde un grupo de 11 estudiantes de 1º de bachillerato diseñaron y desarrollaron una intervención usando música para mejorar el estado emocional y conductual de personas con alzhéimer; y más adelante se hizo una segunda edición con estudiantes de 3º de la ESO. En ambas ediciones del proyecto, se observó que sirvió para concienciar sobre los beneficios de la música en estos enfermos y establecer vías de conexión entre dos generaciones.
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