Muchos son los que piensan que la inversión en defensa es demasiado elevada, que los diferentes países y que el conjunto de la Unión Europa destina muchos recursos económicos a una industria que, en general, es una gran desconocida para los ciudadanos, a excepción de las informaciones que aparecen en los medios y que, en su mayoría, están vinculadas a conflictos bélicos.

Pero pocos son los que saben que buena parte de esta inversión revierte, también económicamente, en la sociedad civil, y que gracias a ella se están desarrollando proyectos de I+D+i y tecnologías extremadamente avanzadas de uso civil y militar, que están impulsando nuestra economía y transformando el modelo productivo del país para hacerlo mucho más competitivo. Fortalecer la base industrial y tecnológica de defensa actúa además como elemento tractor del crecimiento económico y genera empleo en todo el territorio.

No hay más que echar un vistazo a las cifras, en el caso concreto de España. Según TEDAE (Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio), la actividad de las empresas del sector de la Defensa tiene un impacto directo sobre el PIB nacional del 0,8%, es decir, 9.513 millones de euros.

Hay un factor diferencial que convierte en única la industria de la Defensa: su apuesta permanente por la I+D+i, a la que destina el 10,7% de su facturación (1.367 millones)

Además, el sector da empleo de “calidad y bien remunerado”, de forma directa e indirecta, a más de 105.261 personas.

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La Asociación destaca, sobre todo, un factor diferencial que convierte en única a esta industria: “su apuesta permanente por la I+D+i, a la que destina el 10,7% de su facturación (1.367 millones). “Esto no hace más que enfatizar el compromiso del sector con la investigación y el desarrollo, aspectos primordiales para el progreso y la generación de oportunidades para sus ciudadanos”.

“La aplicación civil de muchas de estas tecnologías”, señala en un artículo Ricardo Martí Fluxá, presidente de TEDAE, “como internet, las baterías de litio, los asistentes virtuales o el GPS, ha generado un enorme valor económico que demuestra el carácter estratégico de la Defensa. Si añadimos este aspecto al valor social que aporta a nuestro bienestar cotidiano, queda demostrado que esta industria es igualmente esencial para nuestras sociedades y su desarrollo”.

Hasta tal punto es esencial que, un estudio de la consultora Nitid, concluye que invertir el 2% en Defensa, generaría la creación de 25.000 empleos más de los citados anteriormente, la gran mayoría de alta cualificación y que ayudarían a retener el talento y evitar la fuga de conocimiento a otros países. El informe elaborado por la consultora especializada en Asuntos Públicos, refleja también que, de mantenerse esa inversión, la aportación del sector al PIB se elevaría hasta el 1,35%.

Además, el efecto tractor del aumento de la inversión pública en Defensa puede “mejorar el impacto económico de las actividades privadas de este sector”, señala el informe de Nitid, “que subiría de 7.200 millones a 18.457 millones en caso de producirse el repunte presupuestario…algo que incidiría en la generación de riqueza para el país en su conjunto y desarrollo de tecnologías de vanguardia que se transfieren al ámbito civil”.

Pero no sólo eso, porque, además, añade, “aumentaría la independencia estratégica de España, de la Unión Europea y de la OTAN”, que depende de contar siempre con las tecnologías más avanzadas que aseguren la ventaja y capacidad de disuasión necesaria.

La inversión en Defensa revierte, económicamente, en la sociedad ya que, gracias a ella, se están desarrollando proyectos de I+D+i y tecnologías extremadamente avanzadas de uso civil y militar

Pisar el acelerador

Hay que recordar que el Gobierno español se comprometió en junio de 2022, en la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, celebrada en Madrid, a incrementar la inversión en Defensa hasta alcanzar el 2% del PIB al final de esta década, una inversión que supondría pasar de los 12.500 millones actuales a los algo más de 29.000.

Un compromiso que se mantiene, tal y como acaba de anunciar la ministra de Defensa, Margarita Robles. De momento, los Presupuestos Generales del Estado recogerán una subida hasta el 1,3% en 2024, desde el 1,24% de 2023.

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La decisión del Gobierno se tomó apenas cinco meses después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, una invasión que ha supuesto un antes y un después para el sector de Defensa en Europa. “El conflicto sacudió el tablero geopolítico mundial y obligó a la mayor parte de los países europeos a impulsar una estrategia para impulsar su defensa, después de décadas de desinversiones”, señala el documento de Nitid.

En los últimos 10 años, solo 10 de los 29 países que componen la OTAN cumplían el compromiso de gasto del 2%.

Especialmente rezagada estaba Europa una tendencia que se está corrigiendo, si tenemos en cuenta los datos de la Agencia Europea de Defensa, ofrecidos una reciente conferencia por Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europa para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

La inversión en defensa dentro de la UE aumentó en 2021 hasta los 214 000 millones de euros. Esto supone un incremento del 6% en comparación con 2020, y la mayor tasa de crecimiento anual desde 2015.

Sin embargo, hay grandes diferencias entre los Estados miembros que, en su conjunto, gasta una media del 1,5% de su PIB.

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El Gobierno español se comprometió en junio de 2022, en la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, celebrada en Madrid, a incrementar la inversión en Defensa hasta el 2% del PIB al final de esta década

“Otros actores globales”, explica Josep Borrell, “están asignando una parte mucho mayor de sus recursos a la defensa. Estados Unidos gastó en promedio 3.5% del PIB en los últimos tres años, dos puntos más de su PIB que nosotros. Rusia aumentó su gasto en defensa del 3,6% del PIB antes de la guerra al 4,3% en 2022. Y para 2024, acaba de aprobar un aumento del 70% de su presupuesto de defensa en comparación con 2023”.

Porcentajes que están muy lejos de los parámetros de la Unión Europea. “Sé que es muy difícil de lograr en un momento en que la economía no está floreciendo, pero necesitamos hacerlo con urgencia”, insiste Borrell para recordar una anécdota que ilustra a la perfección la paradoja en la que se mueve la industria europea de Defensa

“Me sorprendió mucho cuando un importante banquero europeo me dijo que el comité de riesgos de su banco aconsejaría no financiar proyectos de defensa”. La inversión en defensa, explica, no es una pérdida de dinero, sino “un requisito existencial para enfrentar los muchos desafíos de nuestro mundo…además, la industria de Defensa también puede apoyar la economía, creando empleos y ayudando a impulsar la innovación”.