Los pobres no son números, sino personas que necesitan ayuda, ha recordado el papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, la cual tendrá lugar el próximo 17 de noviembre bajo el lema ‘La esperanza de los pobres nunca se frustrará’. Palabras que llegan justo un día después de que Cáritas publicara su VIII Informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social en España.  

El papa Francisco ha denunciado el diseño de una arquitectura hostil “para deshacerse de la presencia” de los pobres, “incluso en las calles, últimos lugares de acogida”, el “ensañamiento social” y la utilización con fines políticos de los más necesitados, excluidos y vulnerables de la sociedad. “Cualquier posibilidad que se les ofrezca se convierte en un rayo de luz; sin embargo, incluso donde debería existir al menos la justicia, a menudo se comprueba el ensañamiento en su contra mediante la violencia de la arbitrariedad”, ha señalado. Al mismo tiempo, ha criticado que “se ven obligados a trabajar horas interminables bajo el sol abrasador para cosechar los frutos de la estación, pero se les recompensa con una paga irrisoria; no tienen seguridad en el trabajo ni condiciones humanas que les permitan sentirse iguales a los demás. Para ellos no existe el subsidio de desempleo, indemnizaciones, ni siquiera la posibilidad de enfermarse”. 

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El lema de la Jornada de los Pobres de este año no es casual, sino que pone el acento en devolver la esperanza perdida a causa de la injusticia, el sufrimiento y la precariedad de la vida a tantas personas marginadas, porque la condición de pobre no le quita la dignidad a la persona. El Papa ha explicado que la misión de la Iglesia con este colectivo es “no permitir que nadie se sienta extraño o excluido”, pues la opción por los pobres, últimos y descartados, a los que la sociedad desecha, “es prioritaria”. “Antes que nada, los pobres tienen necesidad de Dios, de su amor hecho visible gracias a personas santas que viven junto a ellos, que en la sencillez de su vida expresan y ponen de manifiesto la fuerza del amor cristiano”, “los pobres necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros corazones para sentir de nuevo el calor del afecto y nuestra presencia para superar la soledad”, ha añadido.

 La crisis económica no ha impedido a muchos grupos de personas un enriquecimiento que con frecuencia aparece aún más anómalo si vemos en las calles de nuestras ciudades el ingente número de pobres

El papa Francisco ha denunciado que “la crisis económica no ha impedido a muchos grupos de personas un enriquecimiento que con frecuencia aparece aún más anómalo si vemos en las calles de nuestras ciudades el ingente número de pobres que carecen de lo necesario y que en ocasiones, son además maltratados y explotados”. Considera que esa situación ha generado nuevas formas de esclavitud, familias obligadas a abandonar su tierra; huérfanos; jóvenes sin empleo; víctimas de violencia, prostitución y drogas. “Con frecuencia vemos a los pobres en los vertederos recogiendo el producto del descarte y de lo superfluo, para encontrar algo que comer o con qué vestirse. Convertidos ellos mismos en parte de un vertedero humano son tratados como desperdicios, sin que exista ningún sentimiento de culpa por parte de aquellos que son cómplices en este escándalo”, ha subrayado. Y es que a los pobres, “considerados generalmente como parásitos de la sociedad no se les perdona ni siquiera su pobreza. Se está siempre alerta para juzgarlos, son vistos como una amenaza o gente incapaz, sólo porque son pobres”. 

Precisamente, al hilo de la pobreza, hace unos días, Cáritas ha presentado el VIII Informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, cuyos datos no reflejan una situación optimista. De hecho, 8,5 millones de personas están en exclusión social, lo que representa el 18,4% de la población (casi una de cada cinco personas), pero lo preocupante es que la cifra es un 1,2 millones superior a la de 2007 (antes de la crisis). Se trata de personas con ingresos inferiores a 710 euros mensuales, aunque la situación es aún más delicada para las que sufren pobreza severa, cuyos ingresos no superan los 355 euros al mes. Todas estas cifras reflejan cómo “no estamos desarrollando nuevas alternativas” para solucionar este problema, según la secretaria general de Cáritas, Natalia Peiro. Asimismo, más del 50% de la población se resiste a ayudar a los demás y el Gobierno no se esfuerza tanto como se necesita, porque “la protección social hoy es insuficiente y menguante”.

8,5 millones de personas están en exclusión social en nuestro país: el 80% son españolas y el 20%, extranjeras

Claro que el trabajo no parece ya una solución porque el 14% de las personas que tienen un empleo están en exclusión social, en gran parte, por el aumento de la precariedad laboral dado el gran número de contratos temporales y su escasa duración. Todo esto perjudica mucho a las familias, pues el 21% de todos los hogares con menores sufren exclusión social. Además, entre los más vulnerables, están las mujeres, las personas con discapacidad y los inmigrantes.

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De los 8,5 millones de personas que en España están en situación de exclusión, el 80% son españolas y el 20%, extranjeros. Estos últimos aportan el 10% de los ingresos de la Seguridad Social y hay “relativamente buena acogida” en la sociedad española. Sin embargo, Peiro ha destacado que han hecho “esfuerzos para acoger a personas que no tenían plaza en el sistema de refugiados”, denunciando que muchos se han quedado “en la calle” ante la ausencia de una respuesta efectiva de las administraciones públicas

Entre la población migrante, la situación es aún más delicada para los Menores Extranjeros No Acompañados (MENA)

Entre la población migrante, la situación es aún más delicada para los denominados Menores Extranjeros No Acompañados (MENA), pues las llegadas desde África (sobre todo, desde Marruecos) se han incrementado notablemente en los últimos años, mientras el Estado intenta controlar dicho fenómeno, aunque, por ahora, sin soluciones eficaces: se calcula que ya superan los 15.000. Cada autonomía ha establecido una política de atención para este colectivo, pero el problema es creciente. Entidades y organizaciones sin ánimo de lucro también se han puesto a trabajar: el primer paso, es garantizarles una alimentación y un techo, y el siguiente, intentar darles oportunidades para un futuro, porque el 15% de los casos tiene muchas posibilidades de acabar en la delincuencia si cumple la mayoría de edad sin tener la nacionalidad española ni un empleo. 

“La educación es clave para dar alguna herramienta a estas personas de forma que puedan tener una vida digna más allá de una ayuda temporal”, ha afirmado Joan Valls, salesiano y representante de la entidad Salesianos Sant Jordi Plataforma de Educación Social (PES) Lleida. En este lugar se imparten cursos de alfabetización y de formación ocupacional a los MENA con el fin de ayudarles a encontrar un trabajo, un elemento clave para su inserción social, pero también se gestionan pisos de acogida y de emancipación. Un buen ejemplo que constituye una gota en un mar, pero que como bien dice el refranero español, un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.