El juzgado de lo Penal número 14 de Madrid ha absuelto a Miguel Ángel Frontera Díaz, quien fue acusado por el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias y la exministra de Igualdad (y ahora eurodiputada) Irene Montero de los delitos de injurias graves, coacciones, acoso y revelación de secretos durante las concentraciones en las que participó frente al domicilio del matrimonio entre el 15 de mayo y el 12 de diciembre como protesta por la gestión de la pandemia del coronavirus por parte del Ejecutivo. 

La jueza le absuelve de todos los delitos de los que estaba acusado y que, en el caso de Montero eran un delito continuado de injurias graves con publicidad, del cual ha sido exonerado por haber prescrito. En lo que afecta a Iglesias, también ha sido exonerado de los delitos de injurias graves con publicidad a la autoridad, descubrimiento de secretos, coacciones continuadas, acoso e injurias graves contra las instituciones del Estado.

Recordemos que Montero e Iglesias dramatizaron un pelín, en el juzgado cuando -un vicepresidente y una ministra, dos de las personas más protegida de España-, aseguraron que sintieron angustia cuando los vecinos les increpaban a la puertas de su casoplón en Galapagar. Lógico, su orgullo sufría muchísima angustia.

Recientemente, se juzgó a su acosador domiciliario, a quien, siempre clemente, doña Irene deseó una condena ejemplar. Para acabar con la impunidad... y para que se pudriera en la cárcel por atreverse a enfrentarse a ella. Iglesias, siempre valiente, rozando en la osadía, se atrevió a plantarse ante una mujer que le increpaba. 

Iglesias y Montero, pidieron para su pérfido acosador nada menos que tres años de cárcel -es decir, que entrarían en prisión- por protestar ante el casoplón de los Iglesias-Montero, y arriesgarse a ser detenido por las interminables patrullas policiales que protegían una de las casas más vigiladas de España. La verdad es que esta pareja, intentando pasar por víctimas y exigiendo castigos severísimos para sus contrarios, tiene su aquel. Es el escracheador escrachado... y vengativo.

Qué distinta esta situación a aquella en que los escrachadores procedían de Podemos. Cuando la escrachada es Irene Montero ella habla de sus hijos pequeños... cuando la escrachada es Soraya Sáenz de Santamaría y su bebé de 1 año... se trata de jarabe democrático.

Con su actuación contra Miguel Frontera, podría decirse que Pablo Iglesias inauguró una nueva perversión que consiste en que el gobernante denuncia al gobernado. Dicho de otra manera, el presunto verdugo se convierte en presunta víctima. E insistimos, su pareja ya hizo lo mismo.

Como conclusión: ¿Está bien concentrarse ante el domicilio de nadie? No, no lo está, ni el domicilio de Iglesias, ni en el de, por ejemplo, Soraya Sáenz de Santamaría cuando también era vicepresidenta- como Iglesias- y sufrió un escrache que se definió por sus protagonistas como un acto de derecho de reunión. Hay que dejar a la gente tranquila en su casa. Pero, señor, Iglesias esta situación suena a aquello de Quien a hierro mata, a hierro muere. Además, ¿no eran los escraches jarabe democrático?