Chesterton lo resumía así en un artículo publicado en 1906 en el Illustrated London News: "Si mato a palos a mi abuela en medio de Battersea Park, estoy totalmente seguro de que la gente dirá todo tipo de cosas sobre mi acción, excepto el simple y obvio hecho de que está mal. Algunos lo llamarán locura, es decir, lo atribuyen a una falta de racionalidad. Pero esto no es verdad. No se puede determinar si el acto es irracional o no, a menos que se conociera a mi abuela. Otros dirán que es un acto vulgar, asqueroso y cosas por el estilo; es decir, que lo condenarán por defecto de forma. Otros hablarán de que el detestable espectáculo y la escena son repugnantes; es decir, lo condenarán por deficiencia artística o estética. Otra escuela de pensadores dirá que la acción carece de eficacia: que es un desperdicio poco rentable de una abuela. El único aspecto real que merece mencionarse es que la acción es perversa, porque una abuela tiene derecho a que no le maten a palos. Y el periodismo moderno siente un miedo constante a esta explicación moral tan simple. Calificar la acción con cualquier adjetivo, loca, bestial, vulgar, absurda, todo menos calificarla de inmoral".

Esta reflexión fue publicada por Chesterton hace más de 100 años, en el Illustrated London News, en 1906 y es el mejor resumen de lo que era el periodismo de su época pero, sobre todo, de lo que sería el periodismo universal durante todo el siglo XX. Cualquier cosa menos hacer un juicio moral, el ejemplo más elevado de juicio de valor, es decir, el ejemplo más claro de pensamiento.  

Ahora bien, el periodismo, como tantas otras actividades, evoluciona según la orientación general de la sociedad. en este caso, para mal.

La neutralidad moral se ha convertido, en el siglo XXI, en contradicción inmoral, es decir, nos encontramos en el periodismo de la blasfemia contra el Espíritu. Siempre aporto el mismo ejemplo -creo que es el más evidente- de la transición desde el relativismo progre del siglo XX a la blasfemia contra el Espíritu Santo, propia del siglo XXI: hemos pasado de la despenalización del aborto al derecho al aborto

Antes pedíamos clemencia para la mujer que había abortado: la pobrecita se vio obligado a ello por sus duras circunstancias. Ahora no: en el siglo XXI, matar a tu propio hijo inocente e indefenso, en tu propio seno, ha sido elevado a la categoría de derecho.

Y sobre esto, también el periodismo debe hacer un juicio moral: en el siglo XX, porque sin juicio moral el lector no se entera de nada y el lenguaje mismo se vuelve banal. En el siglo XXI porque el periodismo ha dado un paso definitivo hacia el abismo: lo bueno se convierte en malo y lo malo se convierte en bueno.

Los periodistas tenemos que hacer más juicios morales: decir lo que está bien y lo que está mal. Así de sencillo. ¿Y si no sabemos lo que está bien y lo que está mal? Entonces debemos cambiar de oficio. 

Cuidado con la abuela de Battersea Park.