Ya conocen el apunte de cuando éramos un poquito más jóvenes y nos declarábamos machistas-leninistas. Me refiero a que percibo en el diario El País, columna del progresismo español, una muy encomiable preocupación por el hecho de que los adolescentes españoles, al menos buena parte de ellos, claman en las aulas contra el feminismo y que incluso hablan bien de Franco: ¡Mais ce n'est pas possible, je suis desolé!
Y me pregunto: ¿Por qué? ¿Cómo es posible? ¿Es que esos chicos no ven la tele? O lo que es peor: ¿no escuchan a Irene Montero? Hombre a lo mejor tan trágico fenómeno acaece porque la paciencia no es la virtud que distingue a la juventud… y porque ya no soportan la murga feminista ni la desmemoria democrática. En cualquier caso, se lo digo: ¡je suis dévasté!
Pero estosfeministos y estos progresistos, ¿qué esperaban? Hay chavales a los que les suspenden en la ESO o en el Bachillerato por no mostrase suficientemente feministas en sus trabajos y por no repetir las sublimes sandeces habituales de doña Ione Belarra o Yolanda Díaz.
Jóvenes a los que por el mero hecho de haber nacido varones se les culpa de todo y a los que se fuerza, en el ambiente escolar e incluso universitario, a rendir pleitesía a la mujer y a pedir perdón por su masculinidad natural, siempre bajo sospecha.
Es un esquema simplón en el que ser mujer implica ser todo bien sin mezcla de mal alguno y donde ser varón significa todo mal sin mezcla de bien alguno y claro: este modelo progre es demasiado estúpido con para ser aceptado, los adolescentes se rebelan.
Algo parecido ocurre con la figura de Franco. Esos chavales tienen padres y abuelos, sean de izquierdas o de derechas, por lo que ya no soportan ni la murga feminista ni la desmemoria democrática.
Sólo contemplan la caricatura estúpida que José Luis Rodríguez Zapatero, el hombre que retrotrajo a los españoles al guerracivilismo o Pedro Sánchez, el hombre que ha recreado el Frente Popular con comunistas y separatistas, han creado sobre aquel militar que se alzó contra el Gobierno de la II República, de Francisco Franco. Y esa caricatura resulta tan poco creíble que amenaza con crear muchos franquistas. Por ejemplo, la de cualquiera que se resista a creer que Franco tenía cuernos y rabo.
A lo mejor por eso hay tanto adolescente machista y hasta franquista, a lo mejor es que están hartos del lavado de cerebro feminista y sanchista, un lavado de mente extraordinariamente cansino.
Tenía que pasar.