En la India, en la mayor diócesis sirio-malabar (no es el momento de contar su historia pero hablamos de una importante iglesia oriental, heredera del apóstol Santo Tomás, evangelizador de la India) se han revelado contra el Papa y se han negado a aplicar el rito unificado para oficiar misa. Zenit lo explica muy bien.

En Israel, en el Monte Carmelo, origen de la mayor orden dedicada a Santa María, cuna del privilegio sabatino, del Escapulario y de la Virgen del Carmen, la advocación mariana por antonomasia, grupos judíos violentos atacan el monasterio de la Estrella del Mar, con burlas hacia los católicos con esa rabia sionista en la que, de vez en cuando, caen los judíos, nuestros hermanos mayores en la fe.

Cuidado con ciertos tradicionalismos, que pueden ser la puerta al Anticristo. El problema de la Iglesia está dentro y arriba. Pero puede que no en el primer nivel, sino en el segundo

Todo ello en un ambiente de persecución en todo Oriente (India, Pakistán, etc.) contra los cristianos, con los tontainas obispos teutones como portavoces de la estúpida teología de la bragueta.

Cisma en la India. No, no es el momento de divagar sobre los distintos ritos enfrentados ni en las decisiones encontradas de Benedicto XVI y de Francisco. Conformémonos con distinguir entre la misa con el sacerdote de cara o de espaldas al público y con la lengua utilizada en la liturgia. Y conste que les habla un convencido de que nunca debió abandonarse la misa en latín y de que el sacerdote y también los fieles tienen que estar pendientes del Santísimo, no del público. Es igual, hay que obedecer al Papa para que no suceda lo único que no puede suceder: que deje de oficiarse la transustanciación, porque en ese momento estaremos muertos.

Sí, la obediencia antes que la verdad... porque ni usted ni yo somos los indicados para definir la verdad. La verdad la define el Papa y todo lo que se salga de ahí no es más que soberbia disfrazada de lealtad doctrinal

Pero lo más grave de lo sucedido en India y en Israel es que se está atacando a las dos columnas de la Iglesia: la Eucaristía y Santa María. Y eso no significa nada bueno.

Por cierto, cuidado con ciertos tradicionalismos, que pueden ser la puerta al Anticristo. Sí, he dicho al Anticristo. Insisto: probablemente Benedicto XVI, con el arma de la libertad, estuvo más acertado que Francisco, con el arma de la imposición pero, también insisto, lo importante no es una u otra liturgia, sino la Eucaristía misma. ¿Es que no hemos caído en la cuenta de que los panteístas hindúes están realizando un ataque feroz contra los cristianos indios… y los cristianos indios entran en una batalla entre ellos?

Si quieren ustedes calificar a un sacerdote por el modo en que celebra la eucaristía miren con qué cariño, o con qué indiferencia, trata al Santísimo. El resto viene por añadidura

Digo más: ¿obediencia por encima de la verdad? ¿Cómo puede afirmar tal cosa? Pues lo afirmo porque ni usted ni yo somos los indicados para definir la verdad. La verdad la define el Papa y todo lo que se salga de ahí no es más que soberbia disfrazada de lealtad doctrinal.

Por lo demás, ¿qué más me da que se celebre de cara o de espaldas a los fieles sino se cree que en la hostia consagrada está el mismísimo Dios?

Además, si quieren ustedes calificar a un sacerdote por el modo en que celebra la eucaristía -algo más justo que necesario-, no reparen en su posición respecto a los fieles, tampoco en sus homilías: miren con qué cariño, o con qué indiferencia, trata al Santísimo. El resto viene por añadidura.

La Madre de Dios, que no es nuestra gran abogada: es la única abogada que nos queda en el momento más difícil de toda la historia de la Iglesia: éste

Además, recuerden: el problema de la Iglesia está dentro y arriba. Pero puede que no en el primer nivel, sino en el segundo. Y sin ser vaticanista ni kremlinólogo, yo diría que la maniobra del papa Francisco respecto a su segundo nivel cada día es más estrecha.

Posdata: tampoco tiene mucha importancia lo simpático o antipático que nos caiga Francisco. Lo importante es que es el Papa... y lo importante es no perder de vista lo relevante: la transustanciación eucarística y la Madre de Dios, que no es nuestra gran abogada: es la única abogada que nos queda en el momento más difícil de toda la historia de la Iglesia: éste.