La reina regente Míriel y Galadriel protagonizan un encendido debate donde la elfa muestra cierta soberbia y afirma: “Si la sangre es el precio de la travesía, lo pagaré, nadie me hará prisionera”
Prime Video, el servicio de ‘streaming’ del progre Amazon, ha estrenado el tercer capítulo de la serie El Señor de los Anillos: los Anillos de Poder, donde lo políticamente correcto se hace notar, de nuevo. Principalmente, se puede ver en un duelo feminista, en la aparición de otro personaje afrodescendiente y en la poderosa naturaleza.
El uso de lo políticamente correcto y el progresismo se debe a que el gigante estadounidense fundado por Jeff Bezos, como Disney y Netflix, sigue los postulados del Nuevo Orden Mundial (NOM), que se resumen sobre todo en ideología de género (homosexualismo y feminismo) y ateísmo (panteísmo y nada de Dios). Aunque no se puede obviar que la serie se inspira en los apéndices que dejó escritos J. R. R. Tolkien, que “era profundamente católico. Si no se entiende esto, no se entiende nada”, según señalaba en su día el jesuita Robert Murray. Pero ahora en Amazon “de cuatro notas de Tolkien sacan el 95% restante, que es inventado”, como refirió el escritor español Diego Blanco, experto en la obra de Tolkien, a Aciprensa.
Eärien, un personaje inventado para la serie de Amazon que muestra a otra mujer empoderada: ha sido admitida en el Gremio de Constructores
Tras los dos primeros capítulos donde se vio a un elfo ‘blandito’, una enana negra y a Galadriel empoderada, en el tercero, titulado Adar y dirigido por Wayne Che Yip, entra en juego un nuevo escenario: el reino insular de Númenor, que se presenta con unas impresionantes imágenes. Allí llegan la elfa Galadriel y el sureño Halbrand, tras ser rescatados del mar por un barco que capitanea Elendil, y sigue creciendo la cuota afrodescendiente con la reina regente Míriel. Esta última y Galadriel protagonizan un encendido debate donde la elfa muestra cierta soberbia y afirma: “Si la sangre es el precio de la travesía, lo pagaré, nadie me hará prisionera”. Más adelante, la elfa protagoniza unos momentos a caballo que recuerdan al anuncio de una colonia de Lancôme hace unos años, de camino hacia la Casa del Legado, donde encuentra un mapa de las Tierras del Sur a las que quiere ir para luchar contra el mal y vengar la muerte de su hermano a manos de Sauron.
Antes de la excursión a la Casa del Legado con Galadriel, Elendil dialoga con la reina regente Míriel y refiere la fuerte naturaleza, centrándola en el mar: “No hay señor más severo que el mar. La mar siempre tiene razón”. Por su parte, la reina alude a que “caen lágrimas del árbol blanco. Sus ojos y su juicio están sobre nosotros”. A lo que Elendil responde que “es poco sensato vivir la vida en función de augurios y presagios”. Este personaje llegará a ser rey de Gondor y Arnor, tiene un hijo (Isildur) que forma parte de los ancestros de Aragorn (quien en la película El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo se presenta como “hijo de Arathorn, heredero de Isildur”) y una hija (Eärien), un personaje inventado para la serie y que muestra a otra mujer empoderada que ha sido admitida en el Gremio de Constructores.
Los orcos tienen en un campo de trabajo a humanos y elfos, y les ordenan talar un árbol. Tras varias muertes, lo hace el elfo afrodescendiente (Arondir), pero primero le pide una especie de perdón
Y de un árbol a otro, sin escatimar en violencia: en las Tierras del Sur, los orcos tienen recluidos en un campo de trabajo a humanos y elfos, y les ordenan talar un árbol, pero los elfos se niegan porque “se ha ganado su sitio en estas tierras”. Al final, uno de ellos, el ‘blandito’, es degollado y otro es atravesado con una flecha, y otros humanos son asesinados por un mostruoso perro, por lo que el elfo afrodescendiente (Arondir) finalmente tala el árbol, pero primero le pide una especie de perdón.
Y sin dejar la naturaleza, asistimos a una migración de los pelosos, donde toda la tribu descubre al extraño personaje que llegó del cielo e intenta descubrir su identidad: por ahora es amigo de la curiosa Nori, quien señala que “sin amigos, ¿para qué sobrevivir?”.