Un cura malvado -no, no se trata de una reiteración, no todos los curas son malvados- advertía que el Papa Francisco sufre mal de altura. Se refería a que sus respuestas en las ruedas de prensa que imparte en el avión de regreso a Roma, tras sus viajes apostólicos, no figuran entre sus intervenciones más brillantes.

En la rueda de prensa de regreso de su viaje a Canadá, Francisco dijo muchas cosas más o menos impactantes, pero la pregunta del millón llegó de parte de Claire Giangrave (Religión News Service) y la podemos resumir así: ¿la Iglesia admitirá la píldora antibaby? Una excelente oportunidad para que el Papa hubiera negado la legalización de la píldora o sencillamente hubiera referido la Humanae Vitae de San Pablo VI, cuya promulgación fue lo más importante que ocurrió en 1968.

Y ya sabemos a dónde nos ha llevado la curiosa teoría de que si no se toma la píldora para no concebir sí que se puede convivir

Sin embargo, Francisco respondió con una larga respuesta -la más larga de toda la rueda de prensa- acerca del pensamiento teológico y su evolución en el tiempo. No respondía al tiempo que hablaba de evolución... en una pregunta doctrinal.

Todo ello, encima, después de que algún idiota, en el Vaticano, hubiera orgnaizado un congreso sobre la Vida donde se invitó a destacados aborteros y cuyas imbecilidades se publicaron en las actas de dicho congreso.

Roma tampoco puede aprobar la píldora por la sencilla razón de que el sexo tiene dos finalidades: la unión y la procreación. A la procreación puede ir unido el placer, pero ese no es el objetivo

Al final, resultó que, como contaba Javier Paredes, tuvo que aclarar las cosas Mónica López Barahona, la científica española asesora de la Academia vaticana por la Vida: la Humanae Vitae continúa vigente, un católico no puede tomar la píldora, ningún tipo de píldora. 

Para entendernos: la Iglesia no puede aprobar los anticonceptivos por varias razones. La primera, porque todas las píldoras que se venden hoy en la farmacia son o pueden ser abortivas.

Y ya sabemos a dónde nos ha llevado la curiosa teoría de que si no se toma la píldora para no concebir sí que se puede convivir sexualmente: a la confusión de tantos matrimonios cristianos.

Lo más preocupante es que haya que recordar estas obviedades, que haya que demostrar que la hierba es verde

Roma tampoco puede aprobar la píldora por la sencilla razón de que el sexo tiene dos finalidades: la unión y la procreación. A la procreación puede ir unido el placer, pero ese no es el objetivo. 

Y lo más preocupante es que haya que recordar estas obviedades, que haya que demostrar que la hierba es verde.