El ayuno cuaresmal obliga a quienes cumplen los 18 años y hasta los 60. Y tan sólo son dos días al año: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Y la abstinencia es algo de todos los viernes de Cuaresma... y tan sólo consiste en desayunar algo menos de lo normal, comer normal y cenar algo menos de lo normal. Y, naturalmente, no tomar carne. Pero este mínimo sacrificio ha hecho que el ingenio surja en la gastronomía española y que se enriquezca, encontrando platos típicos de Semana Santa por toda la geografía de la península.
Como rey de la cocina y sustituto de la carne encontramos el pescado, especialmente el bacalao y otras salazones, que históricamente han sido más accesibles, económicos y fáciles de conservar. La marca Royal, líder del segmento del bacalao, registra en marzo y abril un 26% del total de sus ventas. Muy típicos son los buñuelos de bacalao, los podemos ver por toda Europa del sur y la receta aparece recogida en el siglo XIX en Portugal, pero si seguimos la tradición popular se marca su origen en el siglo XIII en Sevilla. Se dice y se comenta que se elaboraban con bacalao y harina encontrada en el puerto en un momento difícil pero esperanzador para la ciudad, cuando Fernando III el Santo sitiaba la región para echar a los musulmanes. Actualmente también disfrutamos de ellos en Salamanca, donde el Lunes de Pascua vuelven a la carne comiendo hornazo, una empanada de harina rellena de lomo, jamón y chorizo.
En Jaén, concretamente en Úbeda, también disfrutan del bacalao, aquí lo sirven con tomate, y lo completan con roscos de Jesús y puritos americanos (unas barritas de caramelo rojo con otra blanca enrollada). Otra forma de usar el bacalao, son con los famosos soldaditos de Pavía, su nombre y su origen es objeto de teorías: una de ellas asegura que deben su denominación al recuerdo del uniforme de los húsares de los tercios españoles que combatieron en la Batalla de Pavía en 1525, en la que las tropas españoles de Carlos I lograron la victoria frente a los soldados franceses de Francisco I. De ahí que se decoren con pimiento rojo que se usa para simular los galones de los soldados. Estamos ante un típico aperitivo madrileño.
No podemos hablar de la Semana Santa sin mencionar el potaje de Vigilia, que lleva garbanzos, bacalao y espinacas, y cuyo origen lo encontramos en España durante la Edad Media, donde se comenzó a usar el pescado como sustituto de la tradicional carne presente en el resto de potajes. Muy usuales son las sopas de ajo o sopas castellanas, podrás disfrutarlas en las provincias de Castilla y León. Es típico que se sirvan en los restaurantes en cazuelas de barro, como marca la tradición. Las procesiones de madrugada del Viernes Santo en provincias como Palencia o Zamora suelen terminar con una sopa de ajo. En La Rioja y Andalucía también se las ingenian para evitar la carne, en el sur con las clásicas tortillitas de camarones y en La Rioja con las patatas viudas, llamadas así por la ausencia de la carne en el plato.
Sin duda, un sinfin de platos para disfrutar de un amplio menú, donde no faltan las torrijas, de las cuales hay menciones desde la época romana y que se introdujeron en España, donde el término ya se usaba en el siglo XV, al ser un alimento con alto contenido calórico, que ayudaba a pasar el periodo de ayuno.