La Iglesia de Burkina Faso ha lanzado un grito de socorro para salir adelante en medio de la profunda crisis social que atraviesa como consecuencia de la violencia de grupos extremistas islámicos. Desde que comenzó la pesadilla, hace casi 10 años, se calcula que unas tres mil personas han perdido la vida y en torno a dos millones de desplazados internos lo han perdido todo. Un verdadero drama humanitario de enormes proporciones que se une al terror de la persecución religiosa a los cristianos, según relataba Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) durante la presentación de su campaña de Navidad dedicada precisamente a la Iglesia perseguida y desplazada de Burkina Faso.

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La violencia ha llegado a tal punto que supone una seria amenaza a la propia existencia de la nación burkinesa: a día de hoy, más del 40% del territorio de Burkina Faso está fuera del control del gobierno. Estas zonas se han convertido en refugio de grupos armados yihadistas que siembran el terror a su paso: muerte, devastación, violencia y desesperación.

En este contexto, Ayuda a la Iglesia Necesitada ha informado de que en el país africano, y pese a la persecución que sufren los cristianos, se ha incrementado el número de vocaciones de seminaristas.

Así, por ejemplo, en el seminario de San Pedro y San Pablo, el número de estudiantes ha pasado de 254 en el curso 2019/2020 -cuando el terror comenzó a afectar directamente a la Iglesia en Burkina Faso- a 281 en el año académico 2024/2025, explica ACN

El padre Guy Moukassa Sanon, rector del seminario mayor de San Pedro y San Pablo de Kossoghin en Uagadugú, explica a ACN que el hecho de que tantos jóvenes de Burkina Faso quieran ser sacerdotes a pesar de la crisis de seguridad del país se debe no sólo a una buena pastoral vocacional, sino también a que los jóvenes encuentran fácilmente en su entorno a personas “que, de forma visible, dan testimonio del amor de Cristo”. En su opinión, dado que la secularización aún no está tan extendida como en Europa, en Burkina Faso es más fácil que surjan vocaciones “que en un contexto materialista en el que ya no se espera nada de Dios”.

El rector explica que el número de seminaristas en San Pedro y San Pablo es tan elevado que ni siquiera hay sitio para todos ellos. “Hemos dividido salas comunitarias en pequeñas unidades separadas por tabiques para alojarlos”. “Sin embargo, estas condiciones distan mucho de ser ideales para sus estudios y, además, tampoco bastan para alojarlos a todos. Por ello, nos hemos visto obligados a alojar a 22 seminaristas en otro lugar y a enviar a otros once a un seminario de Malí”. El rector subraya la importancia de una buena formación de los futuros sacerdotes para la credibilidad de la Iglesia. “Resulta crucial que los futuros sacerdotes sean capaces de dar un testimonio auténtico de su fe”, destaca. “Que hayan tenido un verdadero encuentro personal con Cristo y que el Evangelio sea su alimento y su pasión”.