Sorprendido se ha quedado más de uno ante las declaraciones de Salvador Illa, ex ministro de Sanidad, líder de los socialistas de Cataluña y presunto futuro presidente de la Generalitat. Ahora resulta que también Illa considera que hay que regular la inmigración y, atención, castigar al emigrante que delinque. Un lenguaje como este era considerado como fascista, sólo propio de la ultraderecha de Vox hasta hace escasos meses.

El cambio se lo pueden atribuir ustedes a lo que quieran, pero parece evidente que una de las causas más palpables es la política migratoria del gran Marlaska, que puede resumirse así: acojo a todo inmigrante ilegal que llega a nuestras costas, sobre todo a Canarias, y luego, sin hacer ningún esfuerzo por ayudarles a integrarse, les 'suelto' en las calles de Madrid, Barcelona, Valencia o Granada. Si son menores, animo a las comunidades autónomas a que les den una paguita y que se pasen todo el día, mano sobre mano, en las calles. Y, claro, cuando la delincuencia crece también la izquierda quiere regular la inmigración. Como en el caso del alcalde de Figueres, de Junts, quien se ha se ha sumado a la petición de expulsar del país a los delincuentes multirreincidentes.

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