Recogíamos en Hispanidad las palabras de Josema Vallejo, vicepresidente de la asociación Policía S.XXI: "Cada crucifijo que usted quita de la pared es sustituido por un nikab o un hijab. Cada menú halal que usted pone en los comedores es una muestra de religiosidad".

"No puedo entender cómo nosotros estamos suicidándonos como sociedad: hay que felicitar las fiestas -en lugar de la Navidad-, porque ofende, hay que quitar el Belén, porque ofende... pero feliz Ramadán".

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Más recientemente nos hacíamos eco de la islamización en las aulas andaluzas, siendo casi 200 los colegios que imparten religión islámica.

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En la misma línea, la Generalidad de Cataluña avala el uso del niqab islámico en las aulas de los centros educativos.

La cuenta de X @petitcomite_ alertó tras haber visto el primer niqab en un instituto de Barcelona. “Sólo queda la rejilla en los ojos”, afirmó en alusión al velo más extremo que es el burka.

“Es muy habitual ver hijabs y similares en las aulas de FP, hasta ahora, pero siempre se les veía la cara”, alegó. Así mismo, pidió explicaciones a la Consejería de Educación y al ayuntamiento de Barcelona.

niqab

La dirección del centro consultó al departamento de educación cómo abordar este caso. “El consorcio respondió que cada mañana tiene que identificarse a la conserje, y que a la una se le tiene que proporcionar tiempo y un espacio para orar”. Esto ha generado polémica, pues algunos sectores consideran que estas medidas priorizan el respeto a la religión sobre la igualdad de género y los derechos de las menores.

Aunque el hiyab es más habitual en las aulas catalanas, el reciente caso del niqab marca un punto de inflexión, generando un debate sobre los límites de la tolerancia cultural en un espacio tan sensible como las escuelas.

La izquierda catalana, que gobierna la región, defiende que prohibir el burka o el niqab podría marginar a las minorías y provocar el abandono escolar de estas niñas. Este enfoque contrasta con otros países europeos donde incluso partidos de izquierda consideran estas prendas símbolos de opresión y, por tanto, inadmisibles en espacios públicos como las escuelas.

Todo ello sin olvidar que, utilizando el niqab, al no mostrar el rostro, la identidad de la persona queda oculta. Por esa razón, ya en 2010, Francia adoptó una ley que estipulaba que "nadie puede, en un espacio público, usar ningún artículo de ropa destinado a ocultar la cara". La ley tenía el efecto de prohibir el uso del velo islámico completo en público, que cubre todo el cuerpo, incluido el rostro, dejando sólo una estrecha abertura para los ojos.