Escándalo en el derbi Atlético de Madrid-Real Madrid, que terminó con empate a uno, tras una suspensión dictaminada por el árbitro del encuentro, a raíz de los objetos lanzados contra el portero del Real Madrid Courtois

Al finalizar el partido, el Cholo Simeone dijo dos cosas que componen una paradoja: por una parte, riñó a la parte de su afición que no se comportó como aficionados a un deporte y, por otra, les echó la bronca a ciertos jugadores del Real Madrid, sin citar, aunque estaba muy claro que se refería al precitado Courtois y a Vinicius, verdadero ídolo de la lucha contra el racismo en el mundo mundial y, más en concreto, entre la afición del Atlético de Madrid. 

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Lo que vino a decir el Cholo es que "van provocando" y que un jugador no debe incitar al público según los usos y costumbres propios de un colegio de pago. 

¿Qué quieren que les diga? Algo de razón tiene. Nos hemos vuelto todos tan versallescos que la más mínima emoción o comentario, por primaria o mínima, que resulte, es considerada delito de odio, objeto de cárcel. Y lo que es peor: parece haber profesionales a la incitación al delito de odio. Como el amigo Vinicius que, como alguien le llamó racista, acusa a todo un país de racismo, sí, a todo un país, y pide que España no pueda organizar un Mundial, sin que don Florentino Pérez le pare los pies. 

Van provocando, aseguró el Cholo… Y algo de razón no le falta. Cuando lo políticamente correcto impone costumbres, no pasa nada. Cuando pretende castigar al discrepante, incluidas medidas de cárcel, entonces hay que decir basta.