
Esta pieza no es una loa al cáncer. Porque el cáncer nos consume y no hay familias prácticamente sin afectados. Pero negar la financiación del ministerio de Sanidad a fármacos contra el cáncer y muy especialmente contra el infantil porque hay que ahorrar mientras se hacen regalías sin presupuestar de miles de millones a Marruecos, Ucrania y Gaza, sólo por vacilar en geopolítica internacional, es toda una ignominia. Para armas hacemos un sobreesfuerzo, para la salud, recortes.
La gente se muere por negársele el tratamiento. De investigación mejor no hablemos porque en este país no se investiga, pero sí gastamos de lo lindo en juegos de azar, para que encima nos opongamos, por capricho político de su titular, a la prescripción de 11 de 29 fármacos contra el cáncer aprobados por la UE.
Para armas hacemos un sobreesfuerzo, para la salud recortes
Lo mismo sucede con los enfermos de ELA, a los que se les niega la terapia paliativa porque siempre es mucho dinero un puñado de millones que preferimos gastar en otras bagatelas improductivas. Nos faltan médicos para atender tantas guardias dice la ministra quien a continuación suelta: «No creo que los médicos en España estén mal pagados, cobran de media como un ministro».
Si tenemos en cuenta que el salario promedio de un médico en España es de 35.000 € bruto al año (hay administrativos sin estudios y barrenderos ganando más) con sueldos iniciales de 24.000 € anuales (poco más de un párroco) hasta a los 50.000 € de los facultativos más experimentados, no está mal la comparativa. Un político raso gana más por apretar un botón en el Parlamento sin acreditar actividad legislativa o incluso concejales de municipios de menos de 90.000 habitantes. Legítimo cuestionarse que lluevan millones para los sindicatos o los consejeros peleles de las TVs públicas y no para los galenos que salvan vidas. Faltan 100.000 enfermeras en España y casi 5.000 médicos. Esto sí que es un cáncer de números. Ojalá los ministros trabajaran lo mismo que los médicos.
Miren el caso de Jéssica, la escort de Ábalos, que se embolsaba no solo una pasta por cada “quicky” junto a dietas diarias, viajes, pisito pagado por el erario, así como una nómina como el hermano de Sánchez sin ir a trabajar en la empresa del pubis público con decorada jefatura en Compliance. Menudo chollo de jefes. En la empresa privada, los mandamases y la chochona estarían de patitas en la calle sin dilación alguna. Pero aquí tragamos hasta con cáncer de esófago.
Si nos faltan médicos y demás personal sanitario que se atreva la ministra a meter mano a la discriminación lingüística del C1 en vasco o catalán para acceder a cualquier plaza en la sanidad pública de esas comunidades. En el quirófano debe ser vital pedir el bisturí robotizado en catalán y susurrar al paciente anestesiado una nana en vasco. Eso sí luego son incapaces de diagnosticar en inglés a un paciente extranjero de paso aunque sea una de las CCAA de más afluencia turística del mundo, porque el provincianismo de la sanidad catalana es prioritario.
Otro tanto acontece con el casi millón de usuarios a los que le llega tarde la asignación por dependencia tras fallecer. Todo un fiasco de ley que dedica un 0,8% del PIB muy por debajo del promedio europeo con casi 300.000 personas en listas de espera a primeros del 2025. Se conoce que la equidad de las ayudas depende según el distrito postal. No está nada mal para España que se convertirá en el cuarto país de la UE con la tasa más alta de personas dependientes en el 2050.
O la recién entrada en vigor de la ley de bienestar del animal que restringe la prescripción de antibióticos en las mascotas aún cuando son decisivos para evitar su muerte. Somos un país de mascotas más que de niños. Mimamos con la nueva ley el trato del animal de compañía, pero le negamos la medicación. La otra ley seca del Ministerio con el alcohol para prohibir que se consuma en presencia de menores, choca con la abusiva ingesta en seriales de TV como acto inconsciente o que en no pocos establecimientos la venta de alcohol suela ser más barato que los refrescos sin.
Así con tantos millones que racaneamos a los pacientes humanos y animales, van a parar a costear el absentismo en la administración del pubis público y cargos en empresas del erario que pagamos, pero sin obligación de acudir al puesto laboral. Para que no afecte a la salud mental.
Luego están los 1,5 millones de funcionarios de Muface que amenazan con engrosar las listas de espera en la Seguridad Social. O el decreto con efecto llamada a todos los extranjeros y turistas de paso por España para que puedan tratarse gratuitamente en la SS tras acordar la universalidad de la sanidad española.
Éramos pocos y parió la burra. Pero al menos en las filas de los socios de gobierno despenalizan la zoofilia -como la practicada por los islamistas-, aunque nosotros tengamos la deferencia de cuidar y no lastimar al animal empotrado en atención al código deontológico.
Se ha normalizado tanto la corrupción como el déficit de la Seguridad Social
Desde luego, no me digan Vds que los enfermos de cáncer no se merecen una loa, pues pagan puntualmente sus impuestos, pero le crece la frustración mental porque hay que costear a su costa tanto golfo dentro y fuera de Sanidad, osea de la administración.
Se ha normalizado tanto la corrupción como el déficit de la Seguridad Social, que algunas fuentes sitúan en 7 veces mayor a las cifras oficiales. Solo con los innumerables gastos superfluos - unos 150.000 millones € de acuerdo a ciertos cálculos- habría de sobra para dar tratamiento de sobra a los enfermos y a los animales llamados según dice la ley: “seres sintientes”.
El gobierno de las personas (“nadie quedará atrás”) se dota con 7.000 millones de euros para el ministerio de sanidad. Hagan números. Siempre es poco dinero. Según se mire. Como cuando las mascarillas para el Covid que las pagamos a precio de oro mientras unos canallas se forraron con el placet del inexistente comité de expertos y ministros corruptos sin consecuencias políticas al más alto nivel.
En puntuales ocasiones hemos oído afirmar que el problema estructural en España no es de Ingresos sino del Gasto. Con tanto estómago agradecido, trapicheos, desvío de dinero, blanqueo, saqueo de los impuestos, enriquecimiento ilícito de golfos consentidos, enchufados familiares, escorts, “Sugar Daddy”, condonación de deuda catalana, cupo catalán y presunta financiación ilegal del PSOE y la Internacional Socialista …ni con los PGE de Alemania que casi cuadruplica el español darían nunca para un gasto equitativo en lo social. Y todo esto sin haber asumido aún el forzoso repunte en gasto de defensa para la OTAN sin manipular las estadísticas, pero con unos socios de gobierno en contra.
Pero menos mal que nuestras cuentas están auditadas porque si no el cáncer de las partidas públicas sufriría metástasis. Como la auditoría interna que mandó llevar a cabo el ministro Oscar Puente de la cartera de transporte y movilidad espermática tras saltar los escándalos del caso Ábalos que no detectó nada irregular en varias empresas del SEPI (Tragsa e Ineco) dependientes de su ministerio y el de Agricultura, al pasar por alto el contrato fraude de Jéssica sin ver nada ilícito en el pago de tantas mensualidades a una avatar virtual que se negó siquiera a calentar la silla como vemos hacer a muchos funcionarios. A no ser que los servicios exclusivos de tan distinguida Emmanuelle española ascendida a Madame del “Póntelo” los administrase fuera de sede ministerial con final feliz.
Con razón que nos hagamos la misma legítima pregunta del entonces presidente del Eurogrupo, el neerlandés Jeroen Dijsselbloem, cuando en la crisis del euro del 2010 denunciaba que España se gastara el dinero de Europa en “mujeres y alcohol”. Hoy se preguntaría cuántas “Jéssicas” -afeitadas o no- trabajan en los ministerios por enchufe sin el radar de los auditores españoles y con hasta dinerito de la UE de por medio camuflado.
Pero eso es otra cuestión que a Ursula Von der Leyen tampoco interesa porque debe ser el chocolate del loro, aunque en la UE no se abrumen ya de tantas pajarerías repletas.