Salvatore Cordileone: "Uno de mis grandes héroes siempre ha sido el padre Walter Ciszek"
Como publicó Hispanidad, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha permitido que siga adelante la Ley de Texas que prohíbe el aborto cuando se escuchen los latidos del corazón del niño, es decir, aproximadamente a las seis semanas de gestación.
El Tribunal Supremo rechazó la petición del Centre for Reproductive Rights de bloquear la ley, recoge Religión en Libertad.
Todo esto no ha gustado nada a la Administración Biden, que ya ha anunciado que intentará revocar la medida. Y lo dice el presidente Joe Biden, que se autodenomina católico, pero que es un acérrimo defensor del aborto.
Pues bien: el arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, ha vuelto a hablar de la incoherencia que supone definirse como católico y apoyar el aborto. Y en una carta publicada en el diario Washington Post, ha hecho público su “deber de enfrentar a los políticos Católicos que apoyan el derecho al aborto”.
“Como líder de fe en la comunidad católica, encuentro especialmente inquietante que muchos de los políticos que están en el lado equivocado de los derechos humanos se autoproclamen católicos”, expresó el arzobispo.
No se puede ser buen católico y apoyar la expansión de un derecho aprobado para matar a seres humanos inocentes
“No se puede ser buen católico y apoyar la expansión de un derecho aprobado para matar a seres humanos inocentes”, sentenció Cordileone en el documento. Frente a ello, reivindica que “la respuesta a los embarazos en crisis no debe ser la violencia, sino el amor, tanto para la madre como para el niño”.
Cordileone recuerda la valentía del arzobispo Rummel de Nueva Orleans a mediados del siglo XX, cuando la segregación racial y el racismo estaban muy extendidos en Estados Unidos. “Joseph Rummel no priorizó la comodidad de los feligreses por encima de la justicia racial y comenzó una larga campaña para cambiar las opiniones de los católicos segregacionistas”, señala.
Como recuerda el arzobispo, la labor de Rummel no se limitó a la emisión de doctrina, y fueron muchas las medidas que empleó para enfrentar este problema: admitió a los estudiantes negros en el seminario de Nueva Orleans, ordenó la eliminación de los letreros de “blancos” y “de color” de las iglesias, incluso llegó a cerrar una iglesia por negarse a aceptar a un sacerdote negro.
“Muchos católicos blancos estaban furiosos, y organizaron protestas y boicots”, explica. La respuesta de Rummel fue paciente pero determinada. “Envió cartas instando a la conversión, pero también estuvo dispuesto a amenazar a los opositores con la excomunión”. La amenaza se cumplió en tres destacadas personalidades segregacionistas, de los cuales dos se arrepintieron y pasaron sus últimos días dentro de la Iglesia”.
“¿Eso estuvo mal?” se pregunta Cordileone. “[Rummel] reconoció que la defensa del racismo era escandalosa y violaba las enseñanzas católicas fundamentales”, lo que “en nuestro tiempo” es comparable al aborto.
¿Podemos callar los pastores cuando la sangre de 60 millones de niños clama justicia? ¿Cuándo sus madres están condenadas a sufrir en silencio?
“¿Qué podría ser una negación más atroz de la unidad y la solidaridad humana que el aborto? ¿Podemos callar los pastores cuando la sangre de 60 millones de niños clama justicia? ¿Cuándo sus madres están condenadas a sufrir en silencio?”, se pregunta.
Cordileone destaca, además, que la restricción del aborto no es la única medida adoptada en Texas. “Está invirtiendo 100 millones de dólares para ayudar a las madres, agencias de adopción y hogares de maternidad, brinda asesoramiento gratuito y capacitación laboral para las madres que deseen tener a sus bebes”, enumera.
Tras afirmar su conformidad con la medida aprobada en Texas, Cordileone concluyó sentenciando que “el aborto mata a un ser humano único e irrepetible que crece en el útero de su madre. Todo aquel que aboga por el aborto, la vida pública o privada, quien lo financia o lo presenta como una opción legítima, participa de un gran mal moral”.
Y esto, afirma, “no es inapropiado que lo diga un pastor”. En todo caso, añade, “la respuesta de los líderes políticos católicos a lo sucedido en Texas destaca la necesidad de que lo digamos más alto”.
Cordileone, sin mencionarlo expresamente, se estaba refiriendo a Joe Biden y a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que también se autodenomina católica y apoya el aborto y a la que el arzobispo ya se ha referido en alguna ocasión.