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Nos encontramos ante una de las disyuntivas más importantes de la conciencia: el bien común o la libertad individual. Una situación propiciada por la pandemia o plandemia, según el punto de vista que la libertad de expresión nos dicte la razón.
Pandemia es efectivamente porque una misma enfermedad afecta a una gran población en lugares comunes. Plandemia porque hay demasiadas contradicciones coincidentes en políticas y sanidad, también en demasiados lugares comunes. Quizá desde la política se ejerce un sistema demasiado cobarde, sujeto al discurso de lo políticamente correcto. Lo que les lleva supuestamente a defender la seguridad de todos, como un falso bien común, frente a la libertad individual de afrontar las consecuencias personales.
Para empezar diré que soy un escéptico sobre el cuidado que los políticos dicen tener por la sociedad. No les preocupamos nada excepto por el qué dirán, especialmente en las elecciones. Cuando toman una decisión sobre nuestras vidas, ya sean por los estilos que decidimos vivir, la educación de nuestros hijos, la fiscalidad, nuestras creencias, las pensiones… El objetivo no es darnos soluciones, sino limitarnos económicamente o en nuestras libertades individuales. Y esto es lo mismo que está sucediendo con la vacunación: se ponen la venda antes que la herida sometiendo nuestros movimientos, nuestras decisiones en conciencia y todo, insisto, por un mal entendido bien común, lo que desde la filosofía es una contradicción de libro.
El objetivo no es darnos soluciones, sino limitarnos económicamente o en nuestras libertades individuales. Y esto es lo mismo que está sucediendo con la vacunación
Además de los políticas y su capacidad omnímoda de legislar en el sentido que quieran –porque en las urnas depositamos nuestra confianza, por eso es tan importante no votar la opción menos mala, y si no la hay es mejor hacerlo en blanco-, hay otra herramienta no menor: los medios de propaganda subvencionados, o mejor dicho comprados, por los mismos neoliberales que proponen sus vacunas sin testear y sin que nadie asuma responsabilidad de los resultados, propiciando la alarma social por algo que ni los médicos y científicos de valor se atreven a desmentir públicamente por miedo a su carrera profesional -como sucede con los biólogos y antropólogos con el esperpento de la ideología de género-.
Los medios de comunicación en España fueron regados con 125 millones para la campaña de este gobierno y todos entraron al queso sin fijarse en que el cebo estaba dentro de la jaula. Cada vez es más verosímil que Pedro Sánchez está a las órdenes de George Soros, que ha encontrado a un lacayo dispuesto a todo por un bocado en Nuevo Orden Mundial. Desgraciadamente para la humanidad, Soros no es el único. Por ejemplo, la Fundación Gates -vamos, Bill Gates- ha financiado a medios de comunicación y empresas con al menos 319 millones de dólares (280 millones de euros), a los que hay que sumar a la nómina con sobornos directos a decenas de mass media. Esta misma estrategia que se usa en Estados Unidos pero en España a través de otros financiadores, también contiene en el paquete a viveros de explícita desinformación o información a medias o control de la información, como sucede con Newtral, capitaneado por Ana Pastor, o Maldita.es, con su CEO, Clara Jiménez Cruz.
El Gobierno regó a los medios y cada vez es más verosímil que Sánchez está a las órdenes de Soros. En EEUU, la Fundación Bill Gates financia a medios y en España a través de otros financiadores, también se incluye a viveros de explícita desinformación
Cuando la sociedad se satura porque ve que sus condicionantes vitales están sometidos a obligaciones o prohibiciones, pero que sin embargo sus dirigentes no pasan por sus mismas crisis o por sus limitaciones de movimiento, ya sea porque disfrutan de un Falcon con todos los gastos pagados -para usos de partido o particulares- o porque disfrutan de tarjetas pasapeajes gratis; que perciben sueldos totalmente fuera de la orbe laboral y que además se incluyen en los Presupuestos Generales del Estado una subida del 2% a los miembros del gobierno; o que gozan de prebendas sociales que ningún otro ciudadano tiene ni tendrá; o que pretenden obligarles a llevar un pasaporte COVID para no convertirse en ciudadano de segunda clase... Entonces ocurre: un despertador interior que se llama sentido común toca a arrebato, y todo comienza por la libertad personal, que es la única forma de comprender el bien común.
El bien común no se impone, porque si no estaríamos hablando de comunismo, que es el auto bien común de los dictadores, no de las personas. El bien común se propone desde las instituciones para los hombres y mujeres de toda condición. No crea nichos de poder desde ciertos chiringos según su opción sexual, raza o religión, que riega con subvenciones. Bien lo saben aquellos que las conceden, que solo genera clientelismo político no justicia social, como por ejemplo la ministre de Igualdad, doña Irene Montero, con un presupuesto de más de 500 millones destinados prácticamente a eso, a sus chiringos sectarios que, lejos de la filosofía que debiera predicar desde el nombre de su ministerio, deja siempre fuera al 50% de la sociedad: a los hombres.
El bien común no se impone, porque si no estaríamos hablando de comunismo, que es el auto bien común de los dictadores, no de las personas. El bien común se propone desde las instituciones para los hombres y mujeres de toda condición
La conclusión es clara: la pandemia, propugnada desde los centros de poder eugenésicos neoliberales, o no, está siendo utilizada para someter a la humanidad. Parte de ella atemorizada por datos que no se ciñen al escenario real o al menos no son más que un enorme batiburrillo de números y porcentajes cuya última frase del telediario siempre es “sexta ola”, lo que deja noqueados a los televidentes. O todo lo contrario, gente -cada vez más- que ya no confía en la palabra dada, ni en las soluciones que arruinan el mercado, las vidas y las familias, a los que ya se les ha dado nombre propio desde la prensa –radio, televisión o digitales- hay que llamarles: negacionistas, insolidarios… ¡leprosos!
Crónicas desde el Armagedón (Ed.) de Laureano Benítez Grande-Caballero. Se trata de una recopilación muy potente de datos sobre las dudas más que razonables que genera toda esta locura de la pandemia. Datos reales de científicos, análisis de los fármacos, proyectos de personas supuestamente ajenas a la política pero que deciden en el mundo, resultados de los supuestas efectos sanos de las vacunas y también los resultados contrarios… En definitiva, un libro denso de una enorme investigación con pantallazos de los sitios web que promocionan la vacunación mundial. Para saber más puede verse esta entrevista con el autor.
Virus (Guadalmazán) de José Antonio López. Para dar un visto de objetividad recomiendo este libro que es una guía imprescindible para realizar el fabuloso viaje a través de la Virología, y conocer la historia natural de los principales patógenos que nos acechan, las terapias antivíricas de última generación, e incluso otros temas de candente actualidad científica. Quizá conociendo todos estos datos científicos explicados de forma muy divulgativa.
Avatar 2045: Atrapados en la granja tecnotrónica (Letras inquietas) de José Antonio Bielsa. Si todavía no hemos visto las consecuencias de lo que supondrá la Agenda 2030 no está de más que nos vayamos preparando para Agenda 2045, aunque muchos no lleguemos a verla pero sí nuestros hijos, que si tanto nos preocupa en dejar un planeta hermoso a nuestros hijos, más debiéramos preocuparnos por sus vidas.