La dominación ideológica de Occidente sigue en pie de guerra. Como hemos mencionado en otras ocasiones, la batalla es entre identitarios-soberanistas y progresistas-globalistas. A día de hoy, parece que estos últimos aún ostentan la hegemonía, imponiendo su visión parcial de la vida y la sociedad. Su modelo se fundamenta en la colectivización, dirigida bajo el yugo de lo políticamente correcto, lo que podría denominarse la dictadura del siglo XXI.

Este proceso comenzó de manera silenciosa en las universidades más acomodadas de Estados Unidos, en donde jóvenes privilegiados, ajenos a las luchas diarias que enfrentaron sus abuelos, cayeron en el sentimentalismo y dejaron de lado la razón. Estos jóvenes, sobrados de todo, se victimizaron a sí mismos, preocupándose por sus propios dramas emocionales mientras ignoraban el sufrimiento de los demás. Esta decadencia humana ha llevado al mundo a sociedades enfermas, saturadas de derechos subjetivos, atrapadas en el conformismo del carpe diem, y manipuladas por los poderes mediáticos y sistémicos, que les impiden tomar decisiones propias. Así, fuerzas externas, les dictan qué es bueno y qué es malo. El nuevo mundo se configura como una masa social desfigurada, aglutinada en religiones sociopolíticas, masas humanas que no serán nada, pero votarán según les indiquen, creyendo que deciden por sí mismos. No tendrán nada, pero serán felices.

Sin embargo, la “matrix” funciona, a pesar de nosotros mismos, porque en cada ser humano reside la esencia que nos impulsa a ser verdaderamente lo que somos: seres libres. Esa naturaleza está provocando una rebelión contra el control, la prisión ideológica y la confusión de género, que desde las filas progresistas tachan de "ultraderecha", mientras que otros, más bien lo consideramos como una huida del sometimiento, de la prisión ideológica y de la esquizofrenia de género.

El nuevo mundo se configura como una masa social desfigurada, aglutinada en religiones sociopolíticas, masas humanas que no serán nada, pero votarán según les indiquen, creyendo que deciden por sí mismos

Y ahora llegamos al núcleo de la cuestión. Recordarán que en mayo hablamos de la censura que hay, la censura que viene, refiriéndonos al plan de Pedro Sánchez para controlar lo que él llama bulos o fango, es decir, todo lo que no coincide con su línea de pensamiento o sus estrategias políticas. Hoy extendemos este análisis a Europa, Estados Unidos y Brasil, porque mucho se criticó de la actuación de Hugo Chávez cuando expropiaba y cerraba medios de comunicación por "mentir" sobre su gobierno, y sin embargo, ahora, esa misma actitud la encarna Kamala Harris, quien propone cerrar X (antes Twitter) porque dice que «están hablando directamente a millones de personas sin ningún tipo de supervisión o regulación -y añade-, y eso debe parar». Tampoco a la vicepresidenta estadounidense le gusta lo que se dice si no coincide con su visión, y justifica su postura apelando al juego limpio y a la protección de la «pobre gente inocente e ignorante». Y todo esto, mientras que Mark Zuckerberg, propietario de Meta (Facebook, Instagram y WhatsApp), ha declarado que la Administración de Biden y de Harris presionó a estas redes sociales para censurar a los estadounidenses y favorecer a los demócratas.

Relacionado

Pero, algo debe de tener Elon Musk, propietario de X, para que sea objeto de tanto rechazo por figuras tan dispares como Maduro en Venezuela, Putin en Rusia, Xi Jinping en China, Lula da Silva en Brasil, y Thierry Breton -comisario europeo de Mercado Interior europeo-, con el apoyo de Ursula von der Leyen, y ahora Kamala Harris en EEUU. ¿Qué tienen en común estos líderes para coincidir en su deseo de controlar la libertad de expresión? ¿Será que X se ha convertido en la primera red social realmente antisistema? ¿O quizá han descubierto que Hugo Chávez, maestro en el control social desde instituciones democráticas, es ahora la guía que ilumina el camino hacia el poder total global?

Nos enfrentamos al arcoíris soviético, al martillo envuelto en terciopelo comunista, a la suave dictadura de acero del pensamiento. Es el "conmigo o contra mí" que promueve la cultura woke, que tantas veces se disfraza de paz mientras siembra odio

Sin embargo, Elon Musk no está solo. Pavel Durov, fundador y propietario de Telegram, también ha sido detenido en Francia, la cuna de la libertad, la fraternidad y la igualdad, que ahora se une al bloque globalista para silenciar a quienes desean hablar sin censura, a expresar sus ideas y pensar en voz alta si lo desean. Nos enfrentamos al arcoíris soviético, al martillo envuelto en terciopelo comunista, a la suave dictadura de acero del pensamiento. Es el "conmigo o contra mí" que promueve la cultura woke, que tantas veces se disfraza de paz mientras siembra odio. Pretenden conducirnos hacia el control de masas, bajo la excusa de nuestra "seguridad". Son los mismos que nos encerraron en casa durante la pandemia, usando mentiras como su principal arma que con el tiempo han salido a la luz y el engaño, que resultó ser la verdadera pandemia.

Relacionado

Libertad y prensa (Tecnos), de Walter Lippmann. Esta obra se inspira en los grandes cambios del inicio del siglo XX, que impactaron las estructuras del gobierno democrático. Se dio paso a un ejecutivo más fuerte, mientras el Congreso perdía capacidad de control, dejando el protagonismo a la opinión pública. Sin embargo, la formación de esta opinión también cambió, pues los ciudadanos dependían cada vez más de medios de comunicación, dominados por un periodismo sin profesionales capacitados, lleno de propaganda y controlado por empresarios muy interesados en sus fines políticos. Es el pasado que no termina de pasar.

Libertad y política (P. Indómita), de Hannah Arendt. Un recorrido histórico y que analiza la intrincada conexión entre política, libertad y acción. Se trata de un escrito fundamental para comprender a una de las figuras más relevantes de la teoría política contemporánea y una referencia ineludible ante los dilemas de nuestro tiempo.

Los silencios de la libertad (Tusquets), de Guillermo Altares. ¿Cómo surgen las dictaduras?, ¿cómo se mantienen en el poder?, ¿cómo consiguen manipular el pasado y la información? Apoyándose en lecturas, viajes y en sus experiencias personales como corresponsal de guerra, el autor recorre los paisajes europeos donde dictaduras de todo signo han dejado su impronta y recrea episodios (como la Revolución de los Claveles, la Transición española o la caída del Muro de Berlín).