Circula por Internet esta lista de citas de Gabriele Amorth, el sacerdote exorcista más famoso del mundo, en concreto, sobre la adoración eucarística. Un resumen que alguien ha recuperado y con no poco acierto. Recogidas del libro de Amorth Memorias de un exorcista: Mi lucha contra Satanás, que fuera escrito por Amorth, uno de los grandes amigos del Padre Pío.

Recuerden, también, que hasta la llegada de Juan Pablo II al Vaticano (1978) la figura del exorcista prácticamente había desaparecido. No resultaba moderno hablar de Satanás y hasta el propio PabloVI hizo mala figura cuando pronunció su famosa frase: “El humo de Satanás se ha colado en la Iglesia”.

Wojtyla aprovechó la experiencia de Gabriele Amorth y resucitó el exorcismo en las diócesis. Pues bien, el resumen de Amorth sobre los demonios y la adoración eucarística es éste:

  •  “¡Ahí está Él, escondido en ese pan blanco! Pero no está oculto para nosotros; lo vemos, y su luz nos quema. ¡Es como un fuego que no podemos apagar!”
  •  “Ese pedazo de pan no es solo pan. ¡Es Él, el mismo que nos echó del cielo! ¡Lo odiamos, pero no podemos acercarnos!”
  •  “Si los humanos supieran quién está realmente ahí, ¡el mundo entero se arrodillaría y nosotros seríamos derrotados para siempre!”
  • Cada minuto que pasan delante de Él nos quita fuerza. ¡Nos obliga a huir como cobardes!”
  • Ese lugar donde lo adoran está lleno de ángeles. ¡No podemos entrar ahí ni siquiera con nuestras trampas!”
  • Cuando lo adoran, Él fortalece sus almas y destruye todo lo que hemos hecho en sus vidas.”
  • Una hora ante Él nos quita las almas que habíamos atrapado durante años. ¡Es como una gran guerra contra nosotros, y la perdemos siempre!”
  • La Hora Santa llena de luz sus hogares y sus familias. ¡No podemos soportar esa luz, nos ciega!”
  • Cuando hacen la Hora Santa por los pecadores, ellos reciben Su misericordia y nuestras cadenas se rompen. ¡Es una condena para nosotros!”
  • Esas horas de silencio frente a Él son como un martillo que golpea nuestras cabezas. ¡No podemos resistirlo!”
  • Cuando lo miran, no dicen nada, pero Él actúa en sus corazones. ¡Eso nos destruye desde dentro!”
  • El silencio delante de Él es más poderoso que mil palabras. ¡Él los llena de gracia y les hace invencibles!”
  • Cada momento de adoración ofrecido por las almas del purgatorio las libera. ¡Esos actos son como espadas que cortan nuestras cadenas!”
  • Las almas que Él libera nos quitan terreno, ¡y no podemos recuperarlo!”
  • Cuando ofrecen su adoración por los muertos, nosotros perdemos y ellos ganan Su luz. ¡Es insoportable!”
  • ¡Detengan esas adoraciones de reparación! Cada acto ante Él destruye lo que hemos construido con tanto esfuerzo.”
  • Cuando reparan por las blasfemias y sacrilegios, nos debilitan más de lo que pueden imaginar.”
  • La adoración reparadora es un veneno para nosotros. ¡Es como si destruyeran todo lo que hacemos en sus almas!”
  • ¡Los que pasan tiempo ante Él están protegidos! Es como si construyeran una barrera de fuego a su alrededor. ¡No podemos alcanzarlos fácilmente!”
  • Cada vez que uno de ustedes lo mira con fe, recibimos un castigo que nos duele más que mil cadenas.”
  • Cuando alguien lo adora con todo su corazón, Él nos arrebata lo que es nuestro. ¡Nos humilla cada vez!”
  • Esas oraciones ante el Santísimo por los pecadores son nuestra ruina. ¡Ellos reciben Su misericordia y se arrepienten, y eso destruye nuestras trampas!”
  • Cuando oran por los perdidos ante Él, Él les muestra Su amor y rompe nuestras cadenas. ¡Es un desastre para nosotros!”
  • La adoración por los pecadores nos deja sin poder sobre ellos. ¡Él los cubre con Su sangre, y ya no podemos tocarlos!”
  • ¡Nos quema, nos quema! Esa luz que irradia del Santísimo es como un fuego que nunca se apaga.”
  • Él está vivo ahí, y nosotros no podemos soportarlo. Su mirada nos destruye.”
  • Cada hostia consagrada es un tormento para nosotros. ¡Él está presente y no podemos acercarnos!”
  • Las almas que se consagran a la Adoración son como espadas que nos atraviesan. ¡No podemos vencerlas!”
  • Esos pequeños grupos que lo adoran son más poderosos que ejércitos enteros de los nuestros.”
  • Una hora con Él vale más que miles de oraciones que no incluyen Su presencia.”
  • La Adoración al Santísimo es como una lluvia que apaga los incendios que hemos encendido en el mundo.”
  • Esos actos de adoración traen paz a la tierra, y nosotros no podemos soportar la paz. ¡La odiamos!”
  • Cuando lo adoran, Él derrama bendiciones sobre sus familias y comunidades, y eso nos debilita.”
  • La Hora Santa es como una espada que nos atraviesa una y otra vez. ¡Es insoportable para nosotros!”
  • Una sola Hora Santa bien hecha puede destruir años de trabajo nuestro. ¡No lo hagan, no lo hagan!”
  • Cuando Él les pide una hora con Él, es porque quiere salvar a muchos. ¡Es un ataque directo contra nosotros!”
  • Cuando Él los bendice desde la custodia, nosotros somos expulsados. ¡Es como un rayo que nos atraviesa!”
  • La exposición del Santísimo hace que todo lugar donde está se llene de luz. ¡Es una luz que nos ciega y nos obliga a huir!”
  • Cada vez que Él bendice con Su cuerpo, perdemos terreno que nunca podemos recuperar.”
  • Cuando interceden por esas almas ante Él, ellas suben al cielo y nos arrebatan poder. ¡No podemos detenerlo!”
  • Las oraciones en adoración por las almas del purgatorio las liberan rápidamente, y nos enfurece”
  • Cada minuto en Su presencia por los muertos es como un martillazo contra nosotros”.

La conclusión es evidente. La adoración eucarística no sólo es importante porque ha venido a realzar la eucaristía a los ojos del hombre, y la Iglesia vive de la eucaristía. Si adoras al pan blanco que hiere a los demonios es que crees realmente en Dios. Es más, ¿qué es un católico? “Aquel que cree que en el pan y el vino eucarísticos está el mismísimo Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad”. Si lo cree, cae de hinojos y adora. Si no lo cree… entonces no es católico, por mucho que repita que sí lo es.

Y la otra enseñanza es, claro está, que el demonio anda suelto, a veces más cerca de lo que pensamos.

Estas son las claves de nuestro tiempo: la eucaristía y la necesidad de la adoración eucarística y, no nos olvidemos, el papel protagonista de la Madre de Dios en este momento de la historia, que tiene olor a fin de ciclo. A veces un olor nauseabundo. Pero sólo a veces.