Y no lo voy a hacer porque tengo muy claro que el trabajador más responsable es la madre
El feminismo imperante odia dos cosas: la virginidad y la maternidad. Es decir, odia dos maravillas.
Dicho esto: no soy partidario del Día del Padre ni del Día de la Madre. De hecho, nunca los he celebrado, Pero mucho me temo que tendré que empezar a hacerlo o nos encontraremos con que las necedades más gordas se convierten en principios egregios.
Y es que el hecho de que la mujer madre se haya convertido en la mujer idiota... resulta muy preocupante. Podríamos conformarnos con decir que las feministas han impuesto su necedad pero a lo mejor no es suficiente.
Y no pienso contraponer maternidad y mundo laboral, aunque es evidente que la gran marginación, de verdad, no las tontunas feministas, de la mujer en el mundo laboral es la maternidad. Marginación gloriosa pero marginación a fin de cuentas.
Los expertos en el mercado laboral aseguran que el trabajador más responsable es la madre. La madre, no la mujer
Y no lo voy a hacer porque tengo muy claro que el trabajador más responsable es la madre. La madre, no la mujer.
Pues bueno ahora lo obvio: Occidente, la civilización cristiana, sólo necesita una cosa: hijos. Al mismo tiempo, sometemos a la mujer a la doble carga de gestar y educar a los niños y de trabajar en un mercado muy competitivo. Naturalmente, tiene que ceder en el trabajo o en la maternidad. Por tanto, lo más urgente, lo más importante, lo que debería ser la pieza clave del Estado del Bienestar es la natalidad.
En definitiva, hay que establecer un salario maternal: que toda la mujer que tenga un hijo, dede el embarazo hasta la independencia del retoño (18 años) reciba un salario que no debía ser inferior a la mitad del salario mínimo interprofesional (SMI). Sí, más o menos como el ingreso mínimo vital (IMV) para una persona sin hijos (ahora en los 450-600 euros). Porque el receptor del IMV no aporta nada a la sociedad a cambio de la sopa boba. Sin embargo, la mujer aporta lo que la sociedad más necesita: hijos. Y encima se los educa al Estado.
¡Salario maternal, ya! Entre otras cosas, porque, en materia de ayudas a la familia, España da pena. Sí, ya sé que si una mujer reniega de la maternidad ninguna subvención le hará cambiar de opinión, pero yo hablo de la mayoría social, como diría Pablo Iglesias, que suele tenerlo más claro.