Mark Parker debe lidiar con la amenaza de Ron DeSantis que se ha convertido en realidad: el fin de los privilegios en Florida
Decíamos que la ultra-progresía de Disney le lleva al caos y a cambios en lo más alto de su cúpula: Susan E. Arnold ha dejado la presidencia en manos de Mark Parker, que seguirá siendo presidente ejecutivo de Nike. Entre sus retos no sólo está la búsqueda del sucesor del CEO, Bob Iger, sino también que deberá ‘luchar’ con el crítico inversor Nelson Peltz, pero también con el fin de los privilegios en el Estado de Florida.
Recuerden que al gigante de ocio y entretenimiento ultra-progre le ha salido un duro rival desde hace unos meses: el gobernador del Estado de Florida, el republicano Ron DeSantis. Este se ha atrevido a poner a raya al distrito especial Reedy Creek, creado en 1967 y que alberga el parque temático Walt Disney World de Orlando. De Santis ha afirmado que “el reino corporativo ha llegado a su fin” y “Disney ya no controlará su propio gobierno”, sino que “vivirá bajo las mismas leyes que todos los demás”. Eso se traduce en que aumentará la supervisión estatal y la transparencia, se le impondrá una junta controlada por el Estado de Florida y pagará la parte de los impuestos que le corresponde. Es decir, se acabaron los privilegios y habrá normalización.
Recuerden que DeSantis amenazó con revocar el autogobierno de Reedy Creek, lo que incluía poner fin a sus privilegios fiscales. Esa fue su valiente respuesta a la suspensión de las donaciones en dicho estado que adoptó Disney y también a las críticas a la ley que prohíbe adoctrinar a niños en ideología de género en las escuelas. Incluso DeSantis llegó a señalar: “Si Disney quiere pelear, eligió al tipo equivocado”, “Disney y otras corporaciones despertaron y ya no se saldrán con la suya vendiendo sus campañas de presión sin control”, “si queremos que la maquinaria demócrata y sus perros falderos corporativos rindan cuentas, tenemos que unirnos ahora”. Ahora se empiezan a ver los efectos de una amenaza que se ha convertido en realidad, pero los culpables de ello (Susan E. Arnold y Bob Chapek) ya no están en la cúpula del gigante de ocio y entretenimiento, y una de las terminales mediáticas más relevantes de los postulados del Nuevo Orden Mundial (NOM).