Eso sí, la fecundación in vitro (FIV) sigue siendo un gran negocio, un negocio de muerte
No se pierdan la noticia de Crónica Global, formulada sin ningún juicio ético, porque esto pudiera resultar poco progresista para el empresario, perdón, periodista, Pedro J. Ramírez, el rey del sablazo al rico y del amedrentamiento al poderoso.
Vayamos a los datos: el famoso hospital Vall d’Hebron de Barcelona ha sacado a concurso público el suministro de muestras de semen de donante para técnicas de reproducción asistida y dedicará a estos menesteres tan cochinos unos 60.000 euros anuales, durante un cuatrienio.
En mi barrio natal de Ventanielles, ciudad de Oviedo, donde éramos y somos un tanto primitivos, hubiésemos preguntado de inmediato cuántos polvos hay que echar para cubrir el presupuesto del Vall d'Hebron pero, en cualquier caso, en ningún otro ejemplo como en el del creciente club de donantes de semen y donantes de óvulos queda tan claro la despersonalización de la sociedad actual.
Hoy, muchos hombres y mujeres pueden decir aquello de "ese niño con el que me crucé en la calle puede ser mi hijo mío", por no hablar del papel nimio al que ha quedado reducido el papel de la paternidad. Eso sí, la fecundación in vitro (FIV) sigue siendo un gran negocio, un negocio de muerte.